jueves, 27 de agosto de 2015

28 DE AGOSTO VIERNES XXI DEL T. ORDINARIO SAN AGUSTÍN OBISPO Y DOCTOR DE LA IGLESIA

 

 

 

SAN AGUSTÍN1

 

 

Del Común de pastores: para un santo obispo y del común de doctores de la Iglesia - Salterio I

 

 

SAN AGUSTÍN, obispo y doctor de la iglesia. (MEMORIA).

 

Nació en Tagaste (África) el año 354; después de una juventud algo desviada doctrinal y moralmente, se convirtió, estando en Milán, y el año 387 fue bautizado por el obispo Ambrosio. Vuelto a su patria, llevó una vida dedicada al ascetismo, y fue elegido obispo de Hipona. Durante treinta y cuatro años, en que ejerció este ministerio, fue un modelo para su grey, a la que dio una sólida formación por medio de sus sermones y de sus numerosos escritos, con los que contribuyó en gran manera a una mayor profundización de la fe cristiana contra los errores doctrinales de su tiempo. Murió el año 430.

 

OFICIO DE LECTURA

 

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

 

Ant. Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.

 

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

 

Himno: HONDO SABER DE DIOS FUE VUESTRA CIENCIA

 

Hondo saber de Dios fue vuestra ciencia.

su espíritu de verdad os dio a beberla

en la Revelación, que es su presencia

en velos de palabra siempre nueva.

 

Abristeis el camino para hallarla

a todo el que de Dios hambre tenía,

palabra del Señor que, al contemplarla,

enciende nuestras luces que iluminan.

 

Saber de Dios en vida convertido

es la virtud del justo, que, a su tiempo,

si Dios le dio la luz, fue lo debido

que fuera su verdad, su pensamiento.

 

Demos gracias a Dios humildemente,

y al Hijo, su verdad que a todos guía,

dejemos que su Luz, faro esplendente,

nos guíe por el mar de nuestra vida. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Levántate, Señor, y ven en mi auxilio.

 

Salmo 34, 1-2. 3c. 9-19. 22-24a. 27-28 - I - SÚPLICA CONTRA LOS PERSEGUIDORES INJUSTOS

 

Pelea, Señor, contra los que me atacan,

guerrea contra los que me hacen guerra;

empuña el escudo y la adarga,

levántate y ven en mi auxilio;

di a mi alma:

«Yo soy tu victoria.»

 

Y yo me alegraré con el Señor,

gozando de su victoria;

todo mi ser proclamará:

«Señor, ¿quién como tú,

que defiendes al débil del poderoso,

al pobre y humilde del explotador?»

 

Se presentaban testigos violentos:

me acusaban de cosas que ni sabía,

me pagaban mal por bien,

dejándome desamparado.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Levántate, Señor, y ven en mi auxilio.

 

Ant 2. Juzga, Señor, y defiende mi causa, tú que eres poderoso.

 

Salmo 34, II

 

Yo, en cambio, cuando estaban enfermos,

me vestía de saco,

me mortificaba con ayunos

y desde dentro repetía mi oración.

 

Como por un amigo o por un hermano,

andaba triste,

cabizbajo y sombrío,

como quien llora a su madre.

 

Pero, cuando yo tropecé, se alegraron,

se juntaron contra mí

y me golpearon por sorpresa;

 

me laceraban sin cesar,

cruelmente se burlaban de mí,

rechinando los dientes de odio.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Juzga, Señor, y defiende mi causa, tú que eres poderoso.

 

Ant 3. Mi lengua anunciará tu justicia, todos los días te alabaré, Señor.

 

Salmo 34, III

 

Señor, ¿cuándo vas a mirarlo?

Defiende mi vida de los que rugen,

mi único bien, de los leones,

 

y te daré gracias en la gran asamblea,

te alabaré entre la multitud del pueblo.

 

Que no canten victoria mis enemigos traidores,

que no se hagan guiños a mi costa

los que me odian sin razón.

 

Señor, tú lo has visto, no te calles;

Señor, no te quedes a distancia;

despierta, levántate, Dios mío;

Señor mío, defiende mi causa.

Júzgame tú según tu justicia.

 

Que canten y se alegren

los que desean mi victoria;

que repitan siempre: «Grande es el Señor»,

los que desean la paz a tu siervo.

 

Mi lengua anunciará tu justicia,

todos los días te alabaré.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Mi lengua anunciará tu justicia, todos los días te alabaré, Señor.

 

V. Hijo mío, conserva mis palabras.

R. Conserva mis mandatos y vivirás.

 

PRIMERA LECTURA

 

De la carta a los Efesios 6, 10-24

 

EL COMBATE ESPIRITUAL. EPILOGO DE LA CARTA

 

Hermanos: Sacad vuestra fortaleza del Señor y de su valiosa omnipotencia. Revestíos de la armadura de Dios, para poder resistir a las asechanzas del demonio. Que nuestra lucha no es contra hombres de carne y hueso, sino contra los principados y potestades, contra los amos y señores de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que andan por las regiones del aire.

 

Por eso, echad mano de la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo y, vencidos todos los enemigos, quedar dueños del campo. Estad firmes, ceñida vuestra cintura con la verdad, protegidos con la coraza de la justificación, y calzados los pies con el celo por el Evangelio de la paz. Embrazad, en todo momento, el escudo de la fe, para poder inutilizar los dardos de fuego del maligno. Tomad el yelmo de la salud y la espada del espíritu, que es la palabra de Dios.

 

Con toda suerte de oraciones y súplicas, orad en todo momento a impulsos del Espíritu, y velad en común en toda reunión y súplica a favor de todos los fieles. Y pedid también por mí, para que Dios me conceda el poder hablar y anunciar con toda libertad el misterio contenido en el Evangelio, del cual soy embajador, aunque encadenado; pedid para que libremente sepa hablar de él, como debo hacerlo.

 

Para que también vosotros conozcáis mi situación y cómo me encuentro, os informará de todo Tíquico, mi amado hermano y fiel ministro en el Señor. Os lo envío con este fin, para que os lleve noticias nuestras y dé ánimo a vuestros corazones.

 

Paz a los hermanos, y caridad en unión con la fe, de parte de Dios Padre y de Jesucristo, el Señor. La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo, que vive la vida incorruptible.

 

RESPONSORIO    Ef 6, 10-11; 1Co 10, 13

 

R. Sacad vuestra fortaleza del Señor y de su valiosa omnipotencia. * Revestíos de la armadura de Dios, para poder resistir a las asechanzas del demonio.

V. Fiel es Dios para no permitir que seáis tentados más allá de lo que podéis.

R. Revestíos de la armadura de Dios, para poder resistir a las asechanzas del demonio.

 

SEGUNDA LECTURA

 

De las Confesiones de san Agustín, obispo

(Libro 7, 10, 18; 10, 27: CSEL 33, 157-163. 255)

 

¡OH ETERNA VERDAD, VERDADERA CARIDAD Y CARA ETERNIDAD!

 

Habiéndome convencido de que debía volver a mí mismo, penetré en mi interior, siendo tu mi guía, y ello me fue posible porque tú, Señor, me socorriste. Entré y ví con los ojos de mi alma, de un modo u otro, por encima de la capacidad de estos mismos ojos, por encima de mi mente, una luz inconmutable; no esta luz ordinaria y visible a cualquier hombre, por intensa y clara que fuese y que lo llenara todo con su magnitud. Se trataba de una luz completamente distinta. Ni estaba por encima de mi mente, como el aceite sobre el agua o como el cielo sobre la tierra, sino que estaba en lo más alto, ya que ella fue quien me hizo, y yo estaba en lo más bajo, porque fui hecho por ella. La conoce el que conoce la verdad. ¡Oh eterna verdad, verdadera caridad y cara eternidad! Tú eres mi Dios, por ti suspiro día y noche. Y, cuando te conocí por vez primera, fuiste tú quien me elevó hacia ti, para hacerme ver que había algo que ver y que yo no era aún capaz de verlo. Y fortaleciste la debilidad de mi mirada irradiando con fuerza sobre mí, y me estremecí de amor y de temor; y me di cuenta de la gran distancia que me separaba de ti, por la gran desemejanza que hay entre tú y yo, como si oyera tu voz que me decía desde arriba: «Soy alimento de adultos: crece, y podrás comerme. Y no me transformarás en substancia tuya, como sucede con la comida corporal, sino que tú te transformarás en mí.»

 

Y yo buscaba el camino para adquirir un vigor que me hiciera capaz de gozar de ti, y no lo encontraba, hasta que me abracé al mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también él, el cual está por encima de todas las cosas, Dios bendito por los siglos, que me llamaba y me decía: Yo soy el camino de la verdad y la vida, y el que mezcla aquel alimento, que yo no podía asimilar, con la carne, ya que la Palabra se hizo carne, para que, en atención a nuestro estado de infancia, se convirtiera en leche tu sabiduría, por la que creaste todas las cosas.

 

¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo. Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían. Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste, y deseé con ansia la paz que procede de ti.

 

RESPONSORIO    S. Agustín, Confesiones

 

R. ¡Oh verdad, luz de mi corazón! No son ya mis tinieblas las que me hablan: me había equivocado, pero me acordé de ti; * y ahora vuelvo a tu fuente, sediento y anhelante.

V. No soy yo mi propia vida; por mí mismo, sólo viví mal, mas luego en ti resucité.

R. Y ahora vuelvo a tu fuente, sediento y anhelante.

 

ORACIÓN.

 

OREMOS,

Renueva, Señor, en tu Iglesia aquel espíritu que, con tanta abundancia, otorgaste al obispo san Agustín, para que también nosotros tengamos sed de ti, única fuente de la verdadera sabiduría, y en ti, único manantial del verdadero amor, encuentre descanso nuestro corazón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

LAUDES

(Oración de la mañana)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

INVITATORIO

 

Ant. Venid, adoremos al Señor, fuente de la sabiduría.

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Himno: PARA VOSOTROS, EL MISTERIO DEL PADRE.

 

Para vosotros, el misterio del Padre;

con vosotros, la luz del Verbo;

en vosotros, la llama del Amor

que es fuego.

 

¡Hontanares de Dios!,

¡hombres del Evangelio!,

¡humildes inteligencias luminosas!,

¡grandes hombres de barro tierno!

 

El mundo tiene hambre de infinito

y sed de cielo;

las criaturas nos atan a lo efímero

y nos vamos perdiendo en el tiempo.

 

Para nosotros,

el misterio que aprendisteis del Padre;

con nosotros, la luz que os dio el Verbo;

en nosotros, el Amor ingénito.

 

¡Hombres de Cristo, maestros de la Iglesia!

dadnos una vida y un anhelo,

la angustia por la verdad,

por el error el miedo.

 

Dadnos una vida de rodillas

ante el misterio,

una visión de este mundo de muerte

y una esperanza de cielo.

 

Padre, te pedimos para la Iglesia

la ciencia de estos maestros. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Aceptarás los sacrificios, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar, Señor.

 

Salmo 50 - CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO

 

Misericordia, Dios mío, por tu bondad;

por tu inmensa compasión borra mi culpa;

lava del todo mi delito,

limpia mi pecado.

 

Pues yo reconozco mi culpa,

tengo siempre presente mi pecado:

contra ti, contra ti solo pequé,

cometí la maldad que aborreces.

 

En la sentencia tendrás razón,

en el juicio brillará tu rectitud.

Mira, que en la culpa nací,

pecador me concibió mi madre.

 

Te gusta un corazón sincero,

y en mi interior me inculcas sabiduría.

Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;

lávame: quedaré más blanco que la nieve.

 

Hazme oír el gozo y la alegría,

que se alegren los huesos quebrantados.

Aparta de mi pecado tu vista,

borra en mí toda culpa.

 

¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,

renuévame por dentro con espíritu firme;

no me arrojes lejos de tu rostro,

no me quites tu santo espíritu.

 

Devuélveme la alegría de tu salvación,

afiánzame con espíritu generoso:

enseñaré a los malvados tus caminos,

los pecadores volverán a ti.

 

Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,

Dios, Salvador mío!,

y cantará mi lengua tu justicia.

Señor, me abrirás los labios,

y mi boca proclamará tu alabanza.

 

Los sacrificios no te satisfacen;

si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.

Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:

un corazón quebrantado y humillado

tú no lo desprecias.

 

Señor, por tu bondad, favorece a Sión,

reconstruye las murallas de Jerusalén:

entonces aceptarás los sacrificios rituales,

ofrendas y holocaustos,

sobre tu altar se inmolarán novillos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Aceptarás los sacrificios, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar, Señor.

 

Ant 2. Con el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel.

 

Cántico: QUE LOS PUEBLOS TODOS SE CONVIERTAN AL SEÑOR. Is 45, 15-25

 

Es verdad: tú eres un Dios escondido,

el Dios de Israel, el Salvador.

Se avergüenzan y se sonrojan todos por igual,

se van avergonzados los fabricantes de ídolos;

mientras el Señor salva a Israel

con una salvación perpetua,

para que no se avergüencen ni se sonrojen

nunca jamás.

 

Así dice el Señor, creador del cielo

- él es Dios -,

él modeló la tierra,

la fabricó y la afianzó;

no la creó vacía,

sino que la formó habitable:

«Yo soy el Señor y no hay otro.»

 

No te hablé a escondidas,

en un país tenebroso,

no dije a la estirpe de Jacob:

«Buscadme en el vacío.»

 

Yo soy el Señor que pronuncia sentencia

y declara lo que es justo.

Reuníos, venid, acercaos juntos,

supervivientes de las naciones.

No discurren los que llevan su ídolo de madera,

y rezan a un dios que no puede salvar.

 

Declarad, aducid pruebas,

que deliberen juntos:

¿Quién anunció esto desde antiguo,

quién lo predijo desde entonces?

¿No fui yo, el Señor?

- No hay otro Dios fuera de mí -.

 

Yo soy un Dios justo y salvador,

y no hay ninguno más.

 

Volveos hacia mí para salvaros,

confines de la tierra,

pues yo soy Dios y no hay otro.

 

Yo juro por mi nombre,

de mi boca sale una sentencia,

una palabra irrevocable:

«Ante mí se doblará toda rodilla,

por mí jurará toda lengua»,

dirán: «Sólo el Señor

tiene la justicia y el poder.»

 

A él vendrán avergonzados

los que se enardecían contra él,

con el Señor triunfará y se gloriará

la estirpe de Israel.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Con el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel.

 

Ant 3. Entrad en la presencia del Señor con aclamaciones.

 

Salmo 99 - ALEGRÍA DE LOS QUE ENTRAN EN EL TEMPLO.

 

Aclama al Señor, tierra entera,

servid al Señor con alegría,

entrad en su presencia con aclamaciones.

 

Sabed que el Señor es Dios:

que él nos hizo y somos suyos,

su pueblo y ovejas de su rebaño.

 

Entrad por sus puertas con acción de gracias,

por sus atrios con himnos,

dándole gracias y bendiciendo su nombre:

 

«El Señor es bueno,

su misericordia es eterna,

su fidelidad por todas las edades.»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Entrad en la presencia del Señor con aclamaciones.

 

LECTURA BREVE   Sb 7, 13-14

 

Aprendí la sabiduría sin malicia, reparto sin envidia, y no me guardo sus riquezas. Porque es un tesoro inagotable para los hombres: los que lo adquieren se atraen la amistad de Dios, porque el don de su enseñanza los recomienda.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. El pueblo cuenta su sabiduría.

R. El pueblo cuenta su sabiduría.

 

V. La asamblea pregona su alabanza.

R. Cuenta su sabiduría.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. El pueblo cuenta su sabiduría.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. De ti mismo proviene, Señor, la atracción a tu alabanza, porque nos has hecho para ti, y nuestro corazón no halla sosiego hasta que descanse en ti.

 

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79

 

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado y redimido a su pueblo.

suscitándonos una fuerza de salvación

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo

por boca de sus santos profetas:

 

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

 

Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.

 

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.

 

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tiniebla

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. De ti mismo proviene, Señor, la atracción a tu alabanza, porque nos has hecho para ti, y nuestro corazón no halla sosiego hasta que descanse en ti.

 

PRECES

 

Demos gracias a Cristo, el buen pastor que entregó la vida por sus ovejas, y supliquémosle diciendo:

 

Apacienta a tu pueblo, Señor.

 

Señor Jesucristo, tú que en los santos pastores nos has revelado tu misericordia y tu amor,

haz que por ellos, continúe llegando a nosotros tu acción misericordiosa.

 

Señor Jesucristo, tú que a través de los santos pastores sigues siendo el único pastor de tu pueblo,

no dejes de guiarnos siempre por medio de ellos.

 

Señor Jesucristo, tú que por medio de los santos pastores eres el médico de los cuerpos y de las almas,

haz que nunca falten a tu Iglesia los ministros que nos guíen por las sendas de una vida santa.

 

Señor Jesucristo, tú que has adoctrinado a la Iglesia con la prudencia y el amor de los santos,

haz que, guiados por nuestros pastores, progresemos en la santidad.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Oremos confiadamente al Padre, como Cristo nos enseñó:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Renueva, Señor, en tu Iglesia aquel espíritu que, con tanta abundancia, otorgaste al obispo san Agustín, para que también nosotros tengamos sed de ti, única fuente de la verdadera sabiduría, y en ti, único manantial del verdadero amor, encuentre descanso nuestro corazón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

HORA TERCIA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA

 

El trabajo, Señor, de cada día

nos sea por tu amor santificado,

convierte su dolor en alegría

de amor, que para dar tú nos has dado.

 

Paciente y larga es nuestra tarea

en la noche oscura del amor que espera;

dulce huésped del alma, al que flaquea

dale tu luz, tu fuerza que aligera.

 

En el alto gozoso del camino,

demos gracias a Dios, que nos concede

la esperanza sin fin del don divino;

todo lo puede en él quien nada puede. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Llamé, y él me respondió.

 

Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ

 

En mi aflicción llamé al Señor,

y él me respondió.

Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,

de la lengua traidora.

 

¿Qué te va a dar o a mandar Dios,

lengua traidora?

Flechas de arquero, afiladas

con ascuas de retama.

 

¡Ay de mí, desterrado en Masac,

acampado en Cadar!

Demasiado llevo viviendo

con los que odian la paz;

cuando yo digo: «Paz»,

ellos dicen: «Guerra».

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Llamé, y él me respondió.

 

Ant 2. El Señor guarda tus entradas y salidas.

 

Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.

 

Levanto mis ojos a los montes:

¿de dónde me vendrá el auxilio?

El auxilio me viene del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.

 

No permitirá que resbale tu pie,

tu guardián no duerme;

no duerme ni reposa

el guardián de Israel.

 

El Señor te guarda a su sombra,

está a tu derecha;

de día el sol no te hará daño,

ni la luna de noche.

 

El Señor te guarda de todo mal,

él guarda tu alma;

el Señor guarda tus entradas y salidas,

ahora y por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor guarda tus entradas y salidas.

 

Ant 3. Me he alegrado por lo que me dijeron.

 

Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN

 

¡Qué alegría cuando me dijeron:

«Vamos a la casa del Señor»!

Ya están pisando nuestros pies

tus umbrales, Jerusalén.

 

Jerusalén está fundada

como ciudad bien compacta.

Allá suben las tribus,

las tribus del Señor,

 

según la costumbre de Israel,

a celebrar el nombre del Señor;

en ella están los tribunales de justicia

en el palacio de David.

 

Desead la paz a Jerusalén:

«Vivan seguros los que te aman,

haya paz dentro de tus muros,

seguridad en tus palacios.»

 

Por mis hermanos y compañeros,

voy a decir: «La paz contigo.»

Por la casa del Señor, nuestro Dios,

te deseo todo bien.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Me he alegrado por lo que me dijeron.

 

LECTURA BREVE   Flp 2, 2b-4

 

Manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir. No obréis por envidia ni por ostentación, dejaos guiar por la humildad y considerad siempre superiores a los demás. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás.

 

V. Las sendas del Señor son misericordia y lealtad.

R. Para los que guardan su alianza y sus mandatos.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Señor Jesucristo, tú que en la hora de tercia fuiste llevado al suplicio de la cruz por la salvación del mundo; ayúdanos a llorar nuestros pecados y a evitar las faltas en lo porvenir. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA SEXTA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: ESTE MUNDO DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.

 

Este mundo del hombre, en que él se afana

tras la felicidad que tanto ansía,

tú lo vistes, Señor, de luz temprana

y de radiante sol al mediodía.

 

Así el poder de tu presencia encierra

el secreto más hondo de esta vida;

un nuevo cielo y una nueva tierra

colmarán nuestro anhelo sin medida.

 

Poderoso Señor de nuestra historia,

no tardes en venir gloriosamente;

tu luz resplandeciente y tu victoria

inunden nuestra vida eternamente. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.

 

Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO

 

A ti levanto mis ojos,

a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos

fijos en las manos de sus señores,

 

como están los ojos de la esclava

fijos en las manos de su señora,

así están nuestros ojos

en el Señor, Dios nuestro,

esperando su misericordia.

 

Misericordia, Señor, misericordia,

que estamos saciados de desprecios;

nuestra alma está saciada

del sarcasmo de los satisfechos,

del desprecio de los orgullosos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.

 

Ant 2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

 

Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR

 

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte

-que lo diga Israel-,

si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,

cuando nos asaltaban los hombres,

nos habrían tragado vivos:

tanto ardía su ira contra nosotros.

 

Nos habrían arrollado las aguas,

llegándonos el torrente hasta el cuello;

nos habrían llegado hasta el cuello

las aguas espumantes.

 

Bendito el Señor, que no nos entregó

como presa a sus dientes;

hemos salvado la vida como un pájaro

de la trampa del cazador:

la trampa se rompió y escapamos.

 

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

 

Ant 3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.

 

Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.

 

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:

no tiembla, está asentado para siempre.

 

Jerusalén está rodeada de montañas,

y el Señor rodea a su pueblo

ahora y por siempre.

 

No pesará el cetro de los malvados

sobre el lote de los justos,

no sea que los justos extiendan

su mano a la maldad.

 

Señor, concede bienes a los buenos,

a los sinceros de corazón;

y a los que se desvían por sendas tortuosas,

que los rechace el Señor con los malhechores.

¡Paz a Israel!

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.

 

LECTURA BREVE   2Co 13, 4

 

Aunque por su condición de debilidad humana Cristo fue crucificado, ahora tiene vida por la omnipotencia de Dios. Y nosotros, aunque débiles ahora con su debilidad, por la omnipotencia de Dios tendremos vida con él.

 

V. Mi alma está pegada al polvo.

R. Reanímame, Señor, con tus palabras.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Señor Jesucristo, tú que a la hora de sexta subiste a la cruz por nuestra salvación mientras el mundo vivía sumergido en las tinieblas; concédenos que tu luz nos ilumine siempre para que, guiados por ella, podamos alcanzar la vida eterna. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA NONA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: DANOS, SEÑOR, LA FIRME VOLUNTAD

 

Danos, Señor, la firme voluntad,

compañera y sostén de la virtud,

que sabe en la fatiga hallar quietud

y en medio de las sombras claridad:

 

La que trueca en tesón la veleidad,

y el ocio en perennal solicitud,

y las ásperas fiebres en salud

y los torpes engaños en verdad.

 

Y así conseguirá mi corazón

que los favores que a tu amor debí

le ofrezcan algún fruto en galardón.

 

Y aún tú, Señor, conseguirás así

que no llegue a romper mi confusión

la imagen tuya que pusiste en mí. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Correré por el camino de tus mandatos cuando me ensanches el corazón.

 

Salmo 118, 25-32

 

Mi alma está pegada al polvo:

reanímame con tus palabras;

te expliqué mi camino, y me escuchaste:

enséñame tus leyes;

instrúyeme en el camino de tus decretos,

y meditaré tus maravillas.

 

Mi alma llora de tristeza,

consuélame con tus promesas;

apártame del camino falso,

y dame la gracia de tu voluntad;

escogí el camino verdadero,

deseé tus mandamientos.

 

Me apegué a tus preceptos,

Señor, no me defraudes;

correré por el camino de tus mandatos

cuando me ensanches el corazón.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Correré por el camino de tus mandatos cuando me ensanches el corazón.

 

Ant 2. Confiando en el Señor no me he desviado.

 

Salmo 25 - ORACIÓN CONFIADA DEL INOCENTE

 

Hazme justicia, Señor, que camino en la inocencia;

confiando en el Señor no me he desviado.

 

Examíname, Señor, ponme a prueba,

sondea mis entrañas y mi corazón,

porque tengo ante los ojos tu bondad,

y camino en tu verdad.

 

No me siento con gente falsa,

no me junto con mentirosos;

detesto las bandas de malhechores,

no tomo asiento con los impíos.

 

Lavo en la inocencia mis manos,

y rodeo tu altar, Señor,

proclamando tu alabanza,

enumerando tus maravillas.

 

Señor, yo amo la belleza de tu casa,

el lugar donde reside tu gloria.

 

No arrebates mi alma con los pecadores,

ni mi vida con los sanguinarios,

que en su izquierda llevan infamias,

y su derecha está llena de sobornos.

 

Yo, en cambio, camino en la integridad;

sálvame, ten misericordia de mí.

Mi pie se mantiene en el camino llano;

en la asamblea bendeciré al Señor.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Confiando en el Señor no me he desviado.

 

Ant 3. En el Señor confía mi corazón, él me socorrió.

 

Salmo 27, 1-3. 6-9 - SÚPLICA Y ACCIÓN DE GRACIAS

 

A ti, Señor, te invoco;

Roca mía, no seas sordo a mi voz;

que, si no me escuchas, seré igual

que los que bajan a la fosa.

 

Escucha mi voz suplicante

cuando te pido auxilio,

cuando alzo las manos

hacia tu santuario.

 

No me arrebates con los malvados

ni con los malhechores,

que hablan de paz con el prójimo,

pero llevan la maldad en el corazón.

 

Bendito el Señor, que escuchó

mi voz suplicante;

el Señor es mi fuerza y mi escudo:

en él confía mi corazón;

me socorrió, y mi corazón se alegra

y le canta agradecido.

 

El Señor es fuerza para su pueblo,

apoyo y salvación para su Ungido.

Salva a tu pueblo y bendice tu heredad,

sé su pastor y guíalos siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. En el Señor confía mi corazón, él me socorrió.

 

LECTURA BREVE   Col 3, 12-13

 

Como pueblo elegido de Dios, pueblo sacro y amado, sea vuestro uniforme: la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado; haced vosotros lo mismo.

 

V. El Señor es compasivo y misericordioso.

R. Lento a la ira y rico en clemencia.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Señor Jesucristo, tú que, crucificado a la hora de nona, diste al ladrón arrepentido el reino eterno; míranos a nosotros, que como él confesamos nuestras culpas, y concédenos poder entrar, también como él, después de la muerte, en tu paraíso. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

VÍSPERAS

(Oración de la tarde)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: VERBO DE DIOS, ETERNA LUZ DIVINA.

 

Verbo de Dios, eterna luz divina,

fuente eternal de toda verdad pura,

gloria de Dios, que el cosmos ilumina,

antorcha toda luz en noche oscura.

 

Palabra eternamente pronunciada

en la mente del Padre, ¡oh regocijo!,

que en el tiempo a los hombres nos fue dada

en el seno de Virgen, hecha Hijo.

 

Las tinieblas de muerte y de pecado,

en que yacía el hombre, así vencido,

su verdad y su luz han disipado,

con su vida y su muerte ha redimido.

 

Con destellos de luz que Dios envía,

no dejéis de brillar, faros divinos;

de los hombres y pueblos sed su guía,

proclamad la verdad en los caminos. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.

 

Salmo 40 - ORACIÓN DE UN ENFERMO

 

Dichoso el que cuida del pobre y desvalido;

en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor.

 

El Señor lo guarda y lo conserva en vida,

para que sea dichoso en la tierra,

y no lo entrega a la saña de sus enemigos.

 

El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,

calmará los dolores de su enfermedad.

 

Yo dije: «Señor, ten misericordia,

sáname, porque he pecado contra ti.»

 

Mis enemigos me desean lo peor;

«A ver si se muere y se acaba su apellido.»

 

El que viene a verme habla con fingimiento,

disimula su mala intención,

y cuando sale afuera, la dice.

 

Mis adversarios se reúnen a murmurar contra mí,

hacen cálculos siniestros:

«Padece un mal sin remedio,

se acostó para no levantarse.»

 

Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba,

que compartía mi pan,

es el primero en traicionarme.

 

Pero tú, Señor, apiádate de mí,

haz que pueda levantarme,

para que yo les dé su merecido.

 

En esto conozco que me amas:

en que mi enemigo no triunfa de mí.

 

A mí, en cambio, me conservas la salud,

me mantienes siempre en tu presencia.

 

Bendito el Señor, Dios de Israel,

ahora y por siempre. Amén, amén.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.

 

Ant 2. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

 

Salmo 45 - DIOS, REFUGIO Y FORTALEZA DE SU PUEBLO

 

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,

poderoso defensor en el peligro.

 

Por eso no tememos aunque tiemble la tierra

y los montes se desplomen en el mar.

 

Que hiervan y bramen sus olas,

que sacudan a los montes con su furia:

 

El Señor de los ejércitos está con nosotros,

nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

 

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,

el Altísimo consagra su morada.

 

Teniendo a Dios en medio, no vacila;

Dios la socorre al despuntar la aurora.

 

Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;

pero él lanza su trueno y se tambalea la tierra.

 

El Señor de los ejércitos está con nosotros,

nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

 

Venid a ver las obras del Señor,

las maravillas que hace en la tierra:

 

Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe,

rompe los arcos, quiebra las lanzas,

prende fuego a los escudos.

 

«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:

más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»

 

El Señor de los ejércitos está con nosotros,

nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

 

Ant 3. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

 

Cántico: CANTO DE LOS VENCEDORES Ap 15, 3-4

 

Grandes y maravillosas son tus obras,

Señor, Dios omnipotente,

justos y verdaderos tus caminos,

¡oh Rey de los siglos!

 

¿Quién no temerá, Señor,

y glorificará tu nombre?

Porque tú solo eres santo,

porque vendrán todas las naciones

y se postrarán en tu acatamiento,

porque tus juicios se hicieron manifiestos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, Señor.

 

LECTURA BREVE   St 3, 17-18

 

La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz; y su fruto es la justicia.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. En la asamblea le da la palabra.

R. En la asamblea le da la palabra.

 

V. Lo llena de espíritu, sabiduría e inteligencia.

R. Le da la palabra.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. En la asamblea le da la palabra.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. ¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera.

 

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

 

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.

 

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

 

El hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

 

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de su misericordia

-como lo había prometido a nuestros padres-

en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. ¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera.

 

PRECES

 

Glorifiquemos a Cristo, constituido pontífice en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios, y supliquémosle humildemente diciendo:

 

Salva a tu pueblo, Señor.

 

Tú que por medio de pastores santos y eximios has glorificado a tu Iglesia,

haz que todos los cristianos resplandezcan por su virtud.

 

Tú que por la oración de los santos pastores, que a semejanza de Moisés oraban por el pueblo, perdonaste los pecados de tus fieles,

purifica y santifica también ahora a la santa Iglesia por la intercesión de los santos.

 

Tú que de entre los fieles elegiste a los santos pastores y, por tu Espíritu, los consagraste como ministros en bien de sus hermanos,

llena también de tu Espíritu a todos los pastores del pueblo de Dios.

 

Tú que fuiste la heredad de los santos pastores,

no permitas que ninguno de los que fueron adquiridos por tu sangre viva alejado de ti.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Tú que por medio de los pastores de la Iglesia das la vida eterna a tus ovejas para que nadie las arrebate de tu mano,

salva a los difuntos, por quienes entregaste tu vida.

 

Digamos juntos la oración que Cristo nos enseñó como modelo de toda oración:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Renueva, Señor, en tu Iglesia aquel espíritu que, con tanta abundancia, otorgaste al obispo san Agustín, para que también nosotros tengamos sed de ti, única fuente de la verdadera sabiduría, y en ti, único manantial del verdadero amor, encuentre descanso nuestro corazón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

COMPLETAS

(Oración antes del descanso nocturno)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

EXAMEN DE CONCIENCIA

 

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

 

Yo confieso ante Dios todopoderoso

y ante vosotros, hermanos,

que he pecado mucho

de pensamiento, palabra, obra y omisión:

por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

 

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,

a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,

que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

 

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

Himno: CRISTO, SEÑOR DE LA NOCHE

 

Cristo, Señor de la noche,

que disipas las tinieblas:

mientras los cuerpos reposan,

se tú nuestro centinela.

 

Después de tanta fatiga,

después de tanta dureza,

acógenos en tus brazos

y danos noche serena.

 

Si nuestros ojos se duermen,

que el alma esté siempre en vela;

en paz cierra nuestros párpados

para que cesen las penas.

 

Y que al despuntar el alba,

otra vez con fuerzas nuevas,

te demos gracias, oh Cristo,

por la vida que comienza. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia.

 

Salmo 87 - ORACIÓN DE UN HOMBRE GRAVEMENTE ENFERMO

 

Señor, Dios mío, de día te pido auxilio,

de noche grito en tu presencia;

llegue hasta ti mi súplica,

inclina tu oído a mi clamor.

 

Porque mi alma está colmada de desdichas,

y mi vida está al borde del abismo;

ya me cuentan con los que bajan a la fosa,

soy como un inválido.

 

Tengo mi cama entre los muertos,

como los caídos que yacen en el sepulcro,

de los cuales ya no guardas memoria,

porque fueron arrancados de tu mano.

 

Me has colocado en lo hondo de la fosa,

en las tinieblas del fondo;

tu cólera pesa sobre mí,

me echas encima todas tus olas.

 

Has alejado de mí a mis conocidos,

me has hecho repugnante para ellos:

encerrado, no puedo salir,

y los ojos se me nublan de pesar.

 

Todo el día te estoy invocando,

tendiendo las manos hacia ti.

¿Harás tú maravillas por los muertos?

¿Se alzarán las sombras para darte gracias?

 

¿Se anuncia en el sepulcro tu misericordia,

o tu fidelidad en el reino de la muerte?

¿Se conocen tus maravillas en la tiniebla

o tu justicia en el país del olvido?

 

Pero yo te pido auxilio,

por la mañana irá a tu encuentro mi súplica.

¿Por qué, Señor, me rechazas

y me escondes tu rostro?

 

Desde niño fui desgraciado y enfermo,

me doblo bajo el peso de tus terrores,

pasó sobre mí tu incendio,

tus espantos me han consumido:

 

me rodean como las aguas todo el día,

me envuelven todos a una;

alejaste de mí amigos y compañeros:

mi compañía son las tinieblas.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia.

 

LECTURA BREVE   Jr 14, 9

 

Tú estás en medio de nosotros, Señor, tu nombre ha sido invocado sobre nosotros: no nos abandones, Señor Dios nuestro.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.

R. Te encomiendo mi espíritu.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 

CÁNTICO DE SIMEÓN       Lc 2, 29-32

 

Ahora, Señor, según tu promesa,

puedes dejar a tu siervo irse en paz,

 

porque mis ojos han visto a tu Salvador,

a quien has presentado ante todos los pueblos

 

luz para alumbrar a las naciones

y gloria de tu pueblo Israel.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 

ORACION

 

OREMOS,

Señor, Dios todopoderoso: ya que con nuestro descanso vamos a imitar a tu Hijo que reposó en el sepulcro, te pedimos que, al levantarnos mañana, lo imitemos también resucitando a una vida nueva. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

BENDICIÓN

 

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.

R. Amén.

 

ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN

 

Bajo tu amparo nos acogemos,

santa Madre de Dios,

no desprecies las oraciones

que te dirigimos en nuestras necesidades,

antes bien líbranos de todo peligro,

oh Virgen gloriosa y bendita. 

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