martes, 9 de diciembre de 2014

10 DE DICIEMBRE MIÉRCOLES II DE ADVIENTO

 

 

SAN JOSE Y EL NIÑO2

 

 

 

Del propio del Tiempo. Salterio II

 

 

OFICIO DE LECTURA 

 

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

 

Ant. Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.

 

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

 

Himno: VERBO QUE DEL CIELO BAJAS

 

Verbo que del cielo bajas,

Luz del Padre que, naciendo,

socorres al mundo mísero

con el correr de los tiempos:

 

Ilumina el corazón,

quema de amor nuestro pecho,

y borren tus enseñanzas

tantos deslices y yerros,

 

para que, cuando regreses

como juez de nuestros hechos,

castigues el mal oculto

y corones a los buenos.

 

Que la maldad no nos lance

por nuestras culpas al fuego,

mas felices moradores

nos veamos en tu reino.

 

A Dios Padre y a su Hijo

gloria y honor tributemos,

y al Espíritu Paráclito,

por los siglos sempiternos. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. También nosotros gemimos en nuestro interior, aguardando la redención de nuestro cuerpo.

 

Salmo 38 I - SÚPLICA DE UN ENFERMO

 

Yo me dije: vigilaré mi proceder,

para que no se me vaya la lengua;

pondré una mordaza a mi boca

mientras el impío esté presente.

 

Guardé silencio resignado,

no hablé con ligereza;

pero mi herida empeoró,

y el corazón me ardía por dentro;

pensándolo me requemaba,

hasta que solté la lengua.

 

Señor, dame a conocer mi fin

y cuál es la medida de mis años,

para que comprenda lo caduco que soy.

 

Me concediste un palmo de vida,

mis días son nada ante ti;

el hombre no dura más que un soplo,

el hombre pasa como pura sombra,

por un soplo se afana,

atesora sin saber para quién.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. También nosotros gemimos en nuestro interior, aguardando la redención de nuestro cuerpo.

 

Ant 2. Escucha, Señor, mi oración: no seas sordo a mi llanto.

 

Salmo 38 II

 

Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda?

Tú eres mi confianza.

Líbrame de mis iniquidades,

no me hagas la burla de los necios.

 

Enmudezco, no abro la boca,

porque eres tú quien lo ha hecho.

Aparta de mí tus golpes,

que el ímpetu de tu mano me acaba.

 

Escarmientas al hombre

castigando su culpa;

como una polilla roes sus tesoros;

el hombre no es más que un soplo.

 

Escucha, Señor, mi oración,

haz caso de mis gritos,

no seas sordo a mi llanto;

 

porque yo soy huésped tuyo,

forastero como todos mis padres.

Aplaca tu ira, dame respiro,

antes de que pase y no exista.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Escucha, Señor, mi oración: no seas sordo a mi llanto.

 

Ant 3. Yo confío en la misericordia del Señor por siempre jamás.

 

Salmo 51 - CONTRA LA VIOLENCIA DE LOS CALUMNIADORES

 

¿Por qué te glorías de la maldad

y te envalentonas contra el piadoso?

Estás todo el día maquinando injusticias,

tu lengua es navaja afilada,

autor de fraudes;

 

prefieres el mal al bien,

la mentira a la honradez;

prefieres las palabras corrosivas,

lengua embustera.

 

Pues Dios te destruirá para siempre,

te abatirá y te barrerá de tu tienda;

arrancará tus raíces

del suelo vital.

 

Lo verán los justos, y temerán,

y se reirán de él:

«Mirad al valiente

que no puso en Dios su apoyo,

confió en sus muchas riquezas,

se insolentó en sus crímenes.»

 

Pero yo, como verde olivo,

en la casa de Dios,

confío en su misericordia

por siempre jamás.

 

Te daré siempre gracias

porque has actuado;

proclamaré delante de tus fieles:

«Tu nombre es bueno.»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Yo confío en la misericordia del Señor por siempre jamás.

 

V. Señor, Dios nuestro, restáuranos.

R. Haz brillar tu rostro sobre nosotros y sálvanos.

 

PRIMERA LECTURA

 

Comienza el libro de Rut. 1, 1-22

 

FIDELIDAD DE RUTH

 

En tiempo de los Jueces, hubo hambre en el país, y un hombre emigró, con su mujer y sus dos hijos, desde Belén de Judá a la campiña de Moab. Se llamaba Elimelec; su mujer, Noemí, y sus hijos, Majlón y Kilión. Eran efrateos, de Belén de Judá. Llegados a la campiña de Moab, se establecieron allí.

 

Elimelec, el marido de Noemí, murió, y quedaron con ella sus dos hijos, que se casaron con dos mujeres moabitas: una se llamaba Orfá, y la otra, Rut. Pera al cabo de diez años de residir allí, murieron también los dos hijos, Majlón y Kilión, y la mujer se quedó sin marido y sin hijos.

 

Al enterarse de que el Señor había atendido a su pueblo dándole pan, Noemí, con sus dos nueras, emprendió el camino de vuelta desde la campiña de Moab. En compañía de sus dos nueras salió del lugar donde residía, y emprendieron el regreso al país de Judá. Noemí dijo a sus dos nueras:

 

«Andad, volveos cada una a vuestra casa. Que el Señor os trate con piedad, como vosotras lo habéis hecho con mis muertos y conmigo. El Señor os conceda vivir tranquilas en casa de un nuevo marido.»

 

Las abrazó. Ellas, rompiendo a llorar, le replicaron:

 

«¡De ningún modo! Volveremos contigo a tu pueblo.»

 

Noemí insistió:

 

«Volveos, hijas. ¿A qué vais a venir conmigo? ¿Creéis que podré tener más hijos, para casaros con ellos? Andad, volveos, hijas, que soy demasiado vieja para casarme. Y aunque pensara que me queda esperanza, y me casara esta noche, y tuviera hijos, ¿vais a esperar a que crezcan, vais a renunciar, por ellos, a casaros? No, hijas. Mi suerte es más amarga que la vuestra, porque la mano del Señor se ha desatado contra mí.»

 

De nuevo rompieron a llorar. Orfá se despidió de su suegra y volvió a su pueblo, mientras que Rut se quedó con Noemí. Noemí le dijo:

 

«Mira, tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a su dios. Vuélvete tú con ella.»

 

Pero Rut contestó:

 

«No insistas en que te deje y me vuelva. Donde tú vayas, iré yo; donde tú vivas, viviré yo; tu pueblo es el mío, tu Dios es mi Dios; donde tú mueras, allí moriré y allí me enterrarán. Sólo la muerte podrá separarnos; y si no, que el Señor me castigue.»

 

Al ver que se empeñaba en ir con ella, Noemí no insistió más. Y siguieron caminando las dos hasta Belén.

 

Cuando llegaron, se alborotó toda la población, y las mujeres decían:

 

«¡Si es Noemí!»

 

Ella corregía:

 

«No me llaméis Noemí. Llamadme Mara, porque el Todopoderoso me ha llenado de amargura. Llena me marché, y el Señor me trae vacía. No me llaméis Noemí, que el Señor me afligió, el Todopoderoso me maltrató.»

 

Así fue como Noemí, con su nuera Rut, la moabita, volvió de la campiña de Moab. Empezaba la siega de la cebada cuando llegaron a Belén.

 

RESPONSORIO    Jl 3, 5; Am 9, 11-12

 

R. En el monte de Sión y en Jerusalén quedará un resto; como lo ha prometido el Señor a los supervivientes * que él llamó.

V. Levantaré la tienda caída de David, levantaré sus ruinas, para que posean las primicias de Edom y de todas las naciones.

R. Que él llamó.

 

SEGUNDA LECTURA

 

De los Comentarios de san Agustín, obispo, sobre los salmos

(Salmo 109, 1-3: CCL 40, 1601-1603)

 

DIOS NOS OTORGA SUS PROMESAS POR MEDIO DE SU HIJO

 

Dios estableció el tiempo de sus promesas y la época de su cumplimiento.

 

El período de las promesas abarcó desde el tiempo de los profetas hasta Juan Bautista; desde éste hasta el fin es el tiempo de su cumplimiento.

 

Fiel es Dios, que se constituyó en nuestro deudor; no porque haya recibido algo de nosotros, sino porque nos prometió tan grandes bienes. La promesa le pareció poco; por eso quiso obligarse por escrito, firmando, por decirlo así, un documento que atestiguara sus promesas, para que, cuando comenzara a cumplir las cosas que prometió, viésemos en ese escrito en qué orden se cumplirían. El tiempo de las profecías era -como muchas veces lo he afirmado- el del anuncio de las promesas.

 

Prometió la salvación eterna, la vida bienaventurada y sin fin en compañía de los ángeles, la herencia imperecedera, la gloria eterna, la dulzura de la contemplación de su rostro, su templo santo en los cielos y, como consecuencia de la resurrección, la ausencia total del miedo a la muerte. Ésta es, en cierto modo, su promesa final, hacia la que tienden todos nuestros cuidados, porque una vez que la hayamos alcanzado ya no buscaremos ni exigiremos ninguna otra cosa. También manifestó en qué orden se cumplirían sus promesas y profecías hasta alcanzar ese último fin.

 

Prometió la divinidad a los hombres, la inmortalidad a los mortales, la justificación a los pecadores, la glorificación a creaturas despreciables.

 

Sin embargo, hermanos, como a los hombres les parecía increíble la promesa de Dios de sacarlos de su condición mortal -de corrupción, bajeza, debilidad, polvo y ceniza- para asemejarlos a los ángeles, no sólo firmó una alianza con los hombres para incitarlos a creer, sino que también estableció un mediador como garante de su fidelidad; y no estableció como mediador a cualquier príncipe o a un ángel o arcángel, sino a su Hijo único. Y por él nos mostró el camino que nos conduciría hacia el fin prometido.

 

Pero no bastó a Dios indicarnos el camino por medio de su Hijo: quiso que él mismo fuera el camino, para que, bajo su dirección, tú caminaras por él.

 

Por tanto, el Hijo único de Dios tenía que venir a los hombres, tenía que hacerse hombre y, en su condición de hombre, tenía qué morir, resucitar, subir al cielo, sentarse a la derecha del Padre y cumplir todas sus promesas en favor de las naciones. Y, después del cumplimiento de estas promesas, cumplirá también la promesa de venir otra vez para pedir cuentas de sus dones, para separar a los que se hicieron merecedores de su ira de quienes se hicieron merecedores de su misericordia, para castigar a los impíos, conforme lo había amenazado, y para recompensar a los justos, según lo había prometido.

 

Todo esto debió ser profetizado y preanunciado para que no atemorizara a nadie si acontecía de repente, sino que, siendo objeto de nuestra fe, lo fuese también de una ardiente esperanza.

 

RESPONSORIO    Mi 7, 19; Hch 10, 43

 

R. Nuestro Dios volverá a compadecerse, * extinguirá nuestras culpas y arrojará al fondo del mar todos nuestros delitos.

V. Todos los profetas aseguran qué cuantos tengan fe en él recibirán por su nombre el perdón de sus pecados.

R. Extinguirá nuestras culpas y arrojará al fondo del mar todos nuestros delitos.

 

ORACIÓN.

 

OREMOS,

Dios todopoderoso, que nos has mandado preparar el camino para la venida de Cristo, no permitas que desfallezcamos por nuestras debilidades los que esperamos la llegada consoladora del médico celestial. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Amén

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

LAUDES

(Oración de la mañana)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

INVITATORIO

 

Ant. Al Rey que viene, al Señor que se acerca, venid, adorémosle.

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Himno: UNA CLARA VOZ RESUENA.

 

Una clara voz resuena

que las tinieblas repudia,

el sueño pesado ahuyéntase,

Cristo en el cielo fulgura.

 

Despierte el alma adormida

y sus torpezas sacuda,

que para borrar los males

un astro nuevo relumbra.

 

De arriba llega el Cordero

que ha de lavar nuestras culpas;

con lágrimas imploremos

el perdón que nos depura,

 

porque en su nueva venida

que aterroriza y conturba,

no tenga que castigarnos,

más con piedad nos acuda.

 

Al Padre eterno la gloria,

loor al Hijo en la altura,

y al Espíritu Paráclito

por siempre alabanza suma. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Dios mío, tus caminos son santos: ¿qué dios es grande como nuestro Dios?

 

Salmo 76 - RECUERDO DEL PASADO GLORIOSO DE ISRAEL.

 

Alzo mi voz a Dios gritando,

Alzo mi voz a Dios para que me oiga.

 

En mi angustia te busco, Señor mío;

de noche extiendo las manos sin descanso,

y mi alma rehúsa el consuelo.

Cuando me acuerdo de Dios, gimo,

y meditando me siento desfallecer.

 

Sujetas los párpados de mis ojos,

y la agitación no me deja hablar.

Repaso los días antiguos,

recuerdo los años remotos;

de noche lo pienso en mis adentros,

y meditándolo me pregunto:

 

¿Es que el Señor nos rechaza para siempre

y ya no volverá a favorecernos?

¿Se ha agotado ya su misericordia,

se ha terminado para siempre su promesa?

¿Es que Dios se ha olvidado de su bondad,

o la cólera cierra sus entrañas?

 

Y me digo: ¡Qué pena la mía!

¡Se ha cambiado la diestra del Altísimo!

Recuerdo las proezas del Señor;

sí, recuerdo tus antiguos portentos,

medito todas tus obras

y considero tus hazañas.

 

Dios mío, tus caminos son santos:

¿qué dios es grande como nuestro Dios?

 

Tú, ¡oh Dios!, haciendo maravillas,

mostraste tu poder a los pueblos;

con tu brazo rescataste a tu pueblo,

a los hijos de Jacob y de José.

 

Te vio el mar, ¡oh Dios!,

te vio el mar y tembló,

las olas se estremecieron.

 

Las nubes descargaban sus aguas,

retumbaban los nubarrones,

tus saetas zigzagueaban.

 

Rodaba el fragor de tu trueno,

los relámpagos deslumbraban el orbe,

la tierra retembló estremecida.

 

Tú te abriste camino por las aguas,

un vado por las aguas caudalosas,

y no quedaba rastro de tus huellas:

 

mientras guiabas a tu pueblo, como a un rebaño,

por la mano de Moisés y de Aarón.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Dios mío, tus caminos son santos: ¿qué dios es grande como nuestro Dios?

 

Ant 2. Mi corazón se regocija por el Señor, que humilla y enaltece.

 

Cántico: ALEGRIA DE LOS HUMILDES EN DIOS 1S 2,1-10

 

Mi corazón se regocija por el Señor,

mi poder se exalta por Dios;

mi boca se ríe de mis enemigos,

porque gozo con tu salvación.

No hay santo como el Señor,

no hay roca como nuestro Dios.

 

No multipliquéis discursos altivos,

no echéis por la boca arrogancias,

porque el Señor es un Dios que sabe;

él es quien pesa las acciones.

 

Se rompen los arcos de los valientes,

mientras los cobardes se ciñen de valor;

los hartos se contratan por el pan,

mientras los hambrientos no tienen ya que trabajar;

la mujer estéril da a luz siete hijos,

mientras la madre de muchos se marchita.

 

El Señor da la muerte y la vida,

hunde en el abismo y levanta;

da la pobreza y la riqueza,

humilla y enaltece.

 

Él levanta del polvo al desvalido,

alza de la basura al pobre,

para hacer que se siente entre príncipes

y que herede un trono de gloria;

pues del Señor son los pilares de la tierra,

y sobre ellos afianzó el orbe.

 

Él guarda los pasos de sus amigos,

mientras los malvados perecen en las tinieblas,

porque el hombre no triunfa por su fuerza.

 

El Señor desbarata a sus contrarios,

el Altísimo truena desde el cielo,

el Señor juzga hasta el confín de la tierra.

él da fuerza a su Rey,

exalta el poder de su Ungido.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Mi corazón se regocija por el Señor, que humilla y enaltece.

 

Ant 3. El Señor reina, la tierra goza.

 

Salmo 96 - EL SEÑOR ES UN REY MAYOR QUE TODOS LOS DIOSES.

 

El Señor reina, la tierra goza,

se alegran las islas innumerables.

Tiniebla y nube lo rodean,

justicia y derecho sostienen su trono.

 

Delante de él avanza fuego

abrasando en torno a los enemigos;

sus relámpagos deslumbran el orbe,

y, viéndolos, la tierra se estremece.

 

Los montes se derriten como cera

ante el dueño de toda la tierra;

los cielos pregonan su justicia,

y todos los pueblos contemplan su gloria.

 

Los que adoran estatuas se sonrojan,

los que ponen su orgullo en los ídolos;

ante él se postran todos los dioses.

 

Lo oye Sión, y se alegra,

se regocijan las ciudades de Judá

por tus sentencias, Señor;

 

porque tú eres, Señor,

altísimo sobre toda la tierra,

encumbrado sobre todos los dioses.

 

El Señor ama al que aborrece el mal,

protege la vida de sus fieles

y los libra de los malvados.

 

Amanece la luz para el justo,

y la alegría para los rectos de corazón.

Alegraos, justos, con el Señor,

celebrad su santo nombre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor reina, la tierra goza.

 

LECTURA BREVE   Is 7, 14b-15

 

Mirad: la Virgen ha concebido y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel: «Dios-con-nosotros». Éste comerá requesón y miel, hasta que aprenda a rechazar el mal y a escoger el bien.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.

R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.

 

V. Su gloria aparecerá sobre ti.

R. Amanecerá el Señor.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Sobre ti, Jerusalén, amanecerá el Señor.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Se sentará en el trono de David para siempre y su reino no tendrá fin. Aleluya

 

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79

 

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado y redimido a su pueblo.

suscitándonos una fuerza de salvación

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo

por boca de sus santos profetas:

 

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

 

Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.

 

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.

 

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tiniebla

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Se sentará en el trono de David para siempre y su reino no tendrá fin. Aleluya

 

PRECES

 

Oremos, hermanos, a nuestro Señor Jesucristo, que en su misericordia nos visita,

y digámosle con insistencia:

 

Ven, Señor Jesús.

 

Tú que viniste del seno del Padre para revestirte de nuestra carne mortal,

libra de toda corrupción a nuestra naturaleza caída.

 

Tú que cuando vengas al final de los tiempos aparecerás glorioso ante tus elegidos,

al venir ahora muéstrate clemente y compasivo con los pecadores.

 

Nuestra gloria, oh Cristo, es alabarte;

visítanos, pues, con tu salvación.

 

Tú Que por la fe nos has llevado a la luz,

haz que te agrademos también con nuestras obras.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Pidamos que el reino de Dios llegue a todos los hombres:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Dios todopoderoso, que nos has mandado preparar el camino para la venida de Cristo, no permitas que desfallezcamos por nuestras debilidades los que esperamos la llegada consoladora del médico celestial. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

HORA TERCIA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA

 

El trabajo, Señor, de cada día

nos sea por tu amor santificado,

convierte su dolor en alegría

de amor, que para dar tú nos has dado.

 

Paciente y larga es nuestra tarea

en la noche oscura del amor que espera;

dulce huésped del alma, al que flaquea

dale tu luz, tu fuerza que aligera.

 

En el alto gozoso del camino,

demos gracias a Dios, que nos concede

la esperanza sin fin del don divino;

todo lo puede en él quien nada puede. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Los profetas anunciaron que el Salvador nacería de María Virgen.

 

Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ

 

En mi aflicción llamé al Señor,

y él me respondió.

Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,

de la lengua traidora.

 

¿Qué te va a dar o a mandar Dios,

lengua traidora?

Flechas de arquero, afiladas

con ascuas de retama.

 

¡Ay de mí, desterrado en Masac,

acampado en Cadar!

Demasiado llevo viviendo

con los que odian la paz;

cuando yo digo: «Paz»,

ellos dicen: «Guerra».

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.

 

Levanto mis ojos a los montes:

¿de dónde me vendrá el auxilio?

El auxilio me viene del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.

 

No permitirá que resbale tu pie,

tu guardián no duerme;

no duerme ni reposa

el guardián de Israel.

 

El Señor te guarda a su sombra,

está a tu derecha;

de día el sol no te hará daño,

ni la luna de noche.

 

El Señor te guarda de todo mal,

él guarda tu alma;

el Señor guarda tus entradas y salidas,

ahora y por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN

 

¡Qué alegría cuando me dijeron:

«Vamos a la casa del Señor»!

Ya están pisando nuestros pies

tus umbrales, Jerusalén.

 

Jerusalén está fundada

como ciudad bien compacta.

Allá suben las tribus,

las tribus del Señor,

 

según la costumbre de Israel,

a celebrar el nombre del Señor;

en ella están los tribunales de justicia

en el palacio de David.

 

Desead la paz a Jerusalén:

«Vivan seguros los que te aman,

haya paz dentro de tus muros,

seguridad en tus palacios.»

 

Por mis hermanos y compañeros,

voy a decir: «La paz contigo.»

Por la casa del Señor, nuestro Dios,

te deseo todo bien.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Los profetas anunciaron que el Salvador nacería de María Virgen.

 

LECTURA BREVE   Is 2, 11

 

Los ojos orgullosos serán humillados, será doblegada la arrogancia humana; sólo el Señor será ensalzado aquel día.

 

V. Los gentiles temerán tu nombre, Señor.

R. Los reyes del mundo tu gloria.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Dios todopoderoso, que nos has mandado preparar el camino para la venida de Cristo, no permitas que desfallezcamos por nuestras debilidades los que esperamos la llegada consoladora del médico celestial. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA SEXTA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: OH SEÑOR, DIOS ETERNO Y BONDADOSO

 

Oh Señor, Dios eterno y bondadoso,

tú diriges los tiempos y la vida;

son por ti luminosas las mañanas,

con tu sol das el fuego al mediodía.

 

Que tu paz se derrame en nuestras almas

y que apague el ardor de la discordia;

que descansen los cuerpos fatigados,

anhelando el reposo de tu gloria.

 

Tu amistad danos, Padre omnipotente,

sea Cristo la senda que sigamos,

ilumine el Espíritu el desierto

en que todos a ti peregrinamos. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. El Ángel Gabriel saludó a María, diciendo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo, bendita tú entre las mujeres.»

 

Salmo 118, 57-64

 

El Señor es mi herencia;

he resuelto guardar tus palabras;

de todo corazón busco tu favor:

ten piedad de mí según tu promesa;

he examinado mi camino,

para enderezar mis pies a tus preceptos.

 

Con diligencia, sin tardanza,

observo tus mandatos;

los lazos de los malvados me envuelven,

pero no olvido tu voluntad;

a media noche me levanto para darte gracias

por tus justos mandamientos.

 

Me junto con tus fieles,

que guardan tus decretos;

Señor, de tu bondad está llena la tierra;

enséñame tus leyes.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 54, 2-15. 17-24 I - ORACIÓN ANTE LA TRAICIÓN DE UN AMIGO

 

Dios mío, escucha mi oración,

no te cierres a mi súplica;

hazme caso y respóndeme,

me agitan mis ansiedades.

 

Me turba la voz del enemigo,

los gritos del malvado:

descargan sobre mí calamidades

y me atacan con furia.

 

Se estremece mi corazón,

me sobrecoge un pavor mortal,

me asalta el temor y el terror,

me cubre el espanto,

 

y pienso: «¡Quién me diera alas de paloma

para volar y posarme!

Emigraría lejos,

habitaría en el desierto,

 

me pondría en seguida a salvo de la tormenta,

del huracán que devora, Señor;

del torrente de sus lenguas.»

 

Violencia y discordia veo en la ciudad:

día y noche hacen la ronda

sobre las murallas;

 

en su recinto, crimen e injusticia;

dentro de ella, calamidades;

no se apartan de su plaza

la crueldad y el engaño.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 54, 2-15. 17-24 II

 

Si mi enemigo me injuriase,

lo aguantaría;

si mi adversario se alzase contra mí,

me escondería de él;

 

pero eres tú, mi compañero,

mi amigo y confidente,

a quien me unía una dulce intimidad:

juntos íbamos entre el bullicio

por la casa de Dios.

 

Pero yo invoco a Dios,

y el Señor me salva:

Por la tarde, en la mañana, al mediodía,

me quejo gimiendo.

 

Dios escucha mi voz:

su paz rescata mi alma

de la guerra que me hacen,

porque son muchos contra mí.

 

Dios me escucha, los humilla

el que reina desde siempre,

porque no quieren enmendarse

ni temen a Dios.

 

Levantan la mano contra su aliado,

violando los pactos;

su boca es más blanda que la manteca,

pero desean la guerra;

sus palabras son más suaves que el aceite,

pero son puñales.

 

Encomienda a Dios tus afanes,

que él te sustentará;

no permitirá jamás

que el justo caiga.

 

Tú, Dios mío, los harás bajar a ellos

a la fosa profunda.

Los traidores y sanguinarios

no cumplirán ni la mitad de sus años.

Pero yo confío en ti.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Ángel Gabriel saludó a María, diciendo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo, bendita tú entre las mujeres.»

 

LECTURA BREVE   Is 12, 2

 

Él es mi Dios y salvador: confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.

 

V. Acuérdate de nosotros, Señor, por amor a tu pueblo.

R. Visítanos con tu salvación.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Dios todopoderoso, que nos has mandado preparar el camino para la venida de Cristo, no permitas que desfallezcamos por nuestras debilidades los que esperamos la llegada consoladora del médico celestial. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA NONA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: OH DIOS, TENAZ VIGOR DE TODA COSA

 

Oh Dios, tenaz vigor de toda cosa,

que inmóvil en ti mismo permaneces,

y que el orden del tiempo determinas

por medio de la luz que nace y muere.

 

Dígnate concedernos, en la tarde,

Luz con que nuestra vida nunca cese,

y haz que el bien infinito de la gloria

siga a la gracia de una santa muerte.

 

Glorificado seas, Jesucristo,

nacido del más puro y santo vientre,

y que sean también glorificados

el Padre y el Espíritu por siempre. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. María dijo: «¿Qué significa este saludo? Me quedo perpleja ante estas palabras de que daré a luz un Rey sin perder mi virginidad.»

 

Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.

 

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,

nos parecía soñar:

la boca se nos llenaba de risas,

la lengua de cantares.

 

Hasta los gentiles decían:

«El Señor ha estado grande con ellos.»

El Señor ha estado grande con nosotros,

y estamos alegres.

 

Que el Señor cambie nuestra suerte

como los torrentes del Negueb.

Los que sembraban con lágrimas

cosechan entre cantares.

 

Al ir, iban llorando,

llevando la semilla;

al volver, vuelven cantando,

trayendo sus gavillas.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.

 

Si el Señor no construye la casa,

en vano se cansan los albañiles;

si el Señor no guarda la ciudad,

en vano vigilan los centinelas.

 

Es inútil que madruguéis,

que veléis hasta muy tarde,

los que coméis el pan de vuestros sudores:

¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

 

La herencia que da el Señor son los hijos;

una recompensa es el fruto de las entrañas:

son saetas en mano de un guerrero

los hijos de la juventud.

 

Dichoso el hombre que llena

con ellas su aljaba:

no quedará derrotado cuando litigue

con su adversario en la plaza.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO

 

¡Dichoso el que teme al Señor

y sigue sus caminos!

 

Comerás del fruto de tu trabajo,

serás dichoso, te irá bien;

tu mujer, como una vid fecunda,

en medio de tu casa;

 

tus hijos, como renuevos de olivo,

alrededor de tu mesa:

ésta es la bendición del hombre

que teme al Señor.

 

Que el Señor te bendiga desde Sión,

que veas la prosperidad de Jerusalén

todos los días de tu vida;

que veas a los hijos de tus hijos.

¡Paz a Israel!

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. María dijo: «¿Qué significa este saludo? Me quedo perpleja ante estas palabras de que daré a luz un Rey sin perder mi virginidad.»

 

LECTURA BREVE   Dn 9, 19

 

¡Señor, escucha! ¡Señor, perdona! ¡Señor, atiende y obra! ¡No tardes más, por ti mismo, oh Dios mío, pues tu nombre se invoca sobre tu pueblo!

 

V. Ven, Señor, y no tardes.

R. Perdona los pecados de tu pueblo.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Dios todopoderoso, que nos has mandado preparar el camino para la venida de Cristo, no permitas que desfallezcamos por nuestras debilidades los que esperamos la llegada consoladora del médico celestial. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

VÍSPERAS

(Oración de la tarde)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: JESUCRISTO, PALABRA DEL PADRE.

 

Jesucristo, Palabra del Padre,

luz eterna de todo creyente:

ven, Señor, porque ya se hace tarde,

ven y escucha la súplica ardiente.

 

Cuando el mundo dormía en tinieblas,

en tu amor, tú quisiste ayudarlo

y trajiste, viniendo a la tierra,

esa vida que puede salvarlo.

 

Ya madura la historia en promesas,

sólo anhela tu pronto regreso;

si el silencio madura la espera,

el amor no soporta el silencio.

 

Con María, la Iglesia te aguarda

con anhelos de esposa y de Madre

y reúne a sus hijos, los fieles,

para juntos poder esperarte.

 

Cuando vengas, Señor, en tu gloria,

que podamos salir a tu encuentro

y a tu lado vivamos por siempre,

dando gracias al Padre en el reino. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Aguardamos la alegre esperanza, la aparición gloriosa de nuestro salvador.

 

Salmo 61 - DIOS, ÚNICA ESPERANZA DEL JUSTO.

 

Sólo en Dios descansa mi alma,

porque de él viene mi salvación;

sólo él es mi roca y mi salvación,

mi alcázar: no vacilaré.

 

¿Hasta cuándo arremeteréis contra un hombre

todos juntos, para derribarlo

como a una pared que cede

o a una tapia ruinosa?

 

Sólo piensan en derribarme de mi altura,

y se complacen en la mentira:

con la boca bendicen,

con el corazón maldicen.

 

Descansa sólo en Dios, alma mía,

porque él es mi esperanza;

sólo él es mi roca y mi salvación,

mi alcázar: no vacilaré.

 

De Dios viene mi salvación y mi gloria,

él es mi roca firme,

Dios es mi refugio.

 

Pueblo suyo, confiad en él,

desahogad ante él vuestro corazón,

que Dios es nuestro refugio.

 

Los hombres no son más que un soplo,

los nobles son apariencia:

todos juntos en la balanza subirían

más leves que un soplo.

 

No confiéis en la opresión,

no pongáis ilusiones en el robo;

y aunque crezcan vuestras riquezas,

no les deis el corazón.

 

Dios ha dicho una cosa,

y dos cosas que he escuchado:

 

«Que Dios tiene el poder

y el Señor tiene la gracia;

que tú pagas a cada uno

según sus obras.»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Aguardamos la alegre esperanza, la aparición gloriosa de nuestro salvador.

 

Ant 2. Que Dios ilumine su rostro sobre nosotros y nos bendiga.

 

Salmo 66 - QUE TODOS LOS PUEBLOS ALABEN AL SEÑOR.

 

El Señor tenga piedad y nos bendiga,

ilumine su rostro sobre nosotros;

conozca la tierra tus caminos,

todos los pueblos tu salvación.

 

¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,

que todos los pueblos te alaben.

 

Que canten de alegría las naciones,

porque riges el mundo con justicia,

riges los pueblos con rectitud

y gobiernas las naciones de la tierra.

 

¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,

que todos los pueblos te alaben.

 

La tierra ha dado su fruto,

nos bendice el Señor, nuestro Dios.

Que Dios nos bendiga; que le teman

hasta los confines del orbe.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Que Dios ilumine su rostro sobre nosotros y nos bendiga.

 

Ant 3. Todo fue creado por él y para él.

 

Cántico: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CREATURA Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS. Cf. Col 1, 12-20

 

Damos gracias a Dios Padre,

que nos ha hecho capaces de compartir

la herencia del pueblo santo en la luz.

 

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,

y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,

por cuya sangre hemos recibido la redención,

el perdón de los pecados.

 

Él es imagen de Dios invisible,

primogénito de toda creatura;

pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:

celestes y terrestres, visibles e invisibles,

Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;

todo fue creado por él y para él.

 

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.

Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.

Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,

y así es el primero en todo.

 

Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.

Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:

haciendo la paz por la sangre de su cruz

con todos los seres, así del cielo como de la tierra.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Todo fue creado por él y para él.

 

LECTURA BREVE   1 Co 4, 5

 

No juzguéis antes de tiempo; dejad que venga el Señor. Él sacará a la luz lo que está oculto en las tinieblas y pondrá al descubierto las intenciones del corazón. Entonces vendrá a cada uno su alabanza de parte de Dios.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. Ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

R. Ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

 

V. Que brille tu rostro y nos salve.

R. Señor Dios de los ejércitos.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Ven a salvarnos, Señor Dios de los ejércitos.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Sion, serás renovada y verás cómo amanece sobre ti el Justo que ha de venir.

 

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

 

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.

 

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

 

El hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

 

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de su misericordia

-como lo había prometido a nuestros padres-

en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Sion, serás renovada y verás cómo amanece sobre ti el Justo que ha de venir.

 

PRECES

 

Roguemos, amados hermanos, a Jesucristo, que nos salvó de las tinieblas de nuestros pecados, y con humildad invoquémoslo, diciendo:

 

Ven, Señor Jesús.

 

Congrega, Señor, a todos los pueblos de la tierra

y establece con todos tu alianza eterna.

 

Cordero de Dios, que viniste para quitar el pecado del mundo,

purifícanos de nuestras faltas y pecados.

 

Tú que viniste a salvar lo que se había perdido,

ven de nuevo para que no perezcan los que salvaste.

 

Cuando vengas, danos parte en tu gozo eterno,

pues ya desde ahora hemos puesto nuestra fe en ti.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Tú que has de venir a juzgar a los vivos y a los muertos,

recibe, entre tus elegidos, a nuestros hermanos difuntos.

 

Digamos juntos con fe las palabras que Cristo nos enseñó:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Dios todopoderoso, que nos has mandado preparar el camino para la venida de Cristo, no permitas que desfallezcamos por nuestras debilidades los que esperamos la llegada consoladora del médico celestial. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

COMPLETAS

(Oración antes del descanso nocturno)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

EXAMEN DE CONCIENCIA

 

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

 

Yo confieso ante Dios todopoderoso

y ante vosotros, hermanos,

que he pecado mucho

de pensamiento, palabra, obra y omisión:

por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

 

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,

a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,

que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

 

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

Himno: CUANDO ACABAMOS EL DÍA

 

Cuando acabamos el día

te suplicamos, Señor,

nos hagas de centinela

y otorgues tu protección.

 

Que te sintamos: contigo

sueñe nuestro corazón

para cantar tus loores

de nuevo al salir el sol.

 

Danos vida saludable,

alienta nuestro calor,

tu claridad ilumine

la oscuridad que llegó.

 

Dánoslo, Padre piadoso,

por Jesucristo, el Señor,

que reina con el Espíritu

Santo vivificador. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.

 

Salmo 30 - SÚPLICA CONFIADA Y ACCIÓN DE GRACIAS.

 

A ti, Señor, me acojo:

no quede yo nunca defraudado;

tú, que eres justo, ponme a salvo,

inclina tu oído hacia mí;

 

ven aprisa a librarme,

sé la roca de mi refugio,

un baluarte donde me salve,

tú que eres mi roca y mi baluarte;

 

por tu nombre dirígeme y guíame:

sácame de la red que me han tendido,

porque tú eres mi amparo.

 

En tus manos encomiendo mi espíritu:

tú, el Dios leal, me librarás.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.

 

Ant 2. Desde lo hondo a ti grito, Señor.

 

Salmo 129 - DESDE LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR.

 

Desde lo hondo a ti grito, Señor;

Señor, escucha mi voz;

estén tus oídos atentos

a la voz de mi súplica.

 

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,

¿quién podrá resistir?

Pero de ti procede el perdón,

y así infundes respeto.

 

Mi alma espera en el Señor,

espera en su palabra;

mi alma aguarda al Señor,

más que el centinela la aurora.

 

Aguarde Israel al Señor,

como el centinela la aurora;

porque del Señor viene la misericordia,

la redención copiosa;

y él redimirá a Israel

de todos sus delitos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Desde lo hondo a ti grito, Señor.

 

LECTURA BREVE   Ef 4,26-27

 

No lleguéis a pecar; que la puesta del sol no os sorprenda en vuestro enojo. No dejéis lugar al diablo.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.

R. Te encomiendo mi espíritu.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 

CÁNTICO DE SIMEÓN       Lc 2, 29-32

 

Ahora, Señor, según tu promesa,

puedes dejar a tu siervo irse en paz,

 

porque mis ojos han visto a tu Salvador,

a quien has presentado ante todos los pueblos

 

luz para alumbrar a las naciones

y gloria de tu pueblo Israel.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 

ORACION

 

OREMOS,

Señor Jesucristo, tú que eres manso y humilde de corazón ofreces a los que vienen a ti un yugo llevadero y una carga ligera; dígnate, pues, aceptar los deseos y las acciones del día que hemos terminado: que podamos descansar durante la noche para que así, renovado nuestro cuerpo y nuestro espíritu, perseveremos constantes en tu servicio. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

 

BENDICIÓN

 

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.

R. Amén.

 

ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN

 

Salve, Reina de los cielos

y Señora de los ángeles;

salve raíz, salve puerta,

que dio paso a nuestra luz.

 

Alégrate, virgen gloriosa,

entre todas la más bella;

salve, agraciada doncella,

ruega a Cristo por nosotros.

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