lunes, 6 de octubre de 2014

7 DE OCTUBRE MARTES XXVII DEL T. ORDINARIO NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO

 

 

NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO

 

 

 

Del Común de la Santísima Virgen María.

 

 

NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO. (MEMORIA)

 

Esta conmemoración fue instituida por el papa san Pío V en el día aniversario de la victoria obtenida por los cristianos en la batalla naval de Lepanto (1571), victoria atribuida a la Madre de Dios, invocada por la oración del rosario. La celebración de este día es una invitación para todos a meditar los misterios de Cristo, en compañía de la Virgen María, que estuvo asociada de un modo especialísimo a la encarnación, la pasión y la gloria de la resurrección del Hijo de Dios.

 

OFICIO DE LECTURA

 

Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día:

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

 

Ant. Venid, adoremos a Cristo, Hijo de María Virgen.

 

Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

 

Himno: LUCERO DE LA MAÑANA

 

Lucero de la mañana,

norte que muestra el camino,

cuando turba de continuo

nuestro mar la tramontana.

Quien tanta grandeza explica

sin alas puede volar,

porque no podrá alabar

a la que es más santa y rica.

 

Sois pastora de tal suerte,

que aseguráis los rebaños

de mortandades y daños,

dando al lobo cruda muerte.

Dais vida a quien se os aplica,

y en los cielos y en la tierra

libráis las almas de guerra,

como poderosa y rica.

 

Si vuestro ejemplo tomasen

las pastoras y pastores,

yo fío que de dolores

para siempre se librasen.

Tanto Dios se os comunica,

que sin fin os alabamos,

y más cuando os contemplamos

en el mundo la más rica. Amén

 

SALMODIA

 

Ant 1. Se levanta Dios y huyen de su presencia los que lo odian.

 

Salmo 67 I - ENTRADA TRIUNFAL DEL SEÑOR

 

Se levanta Dios y se dispersan sus enemigos,

huyen de su presencia los que lo odian;

 

como el humo se disipa, se disipan ellos;

como se derrite la cera ante el fuego,

así perecen los impíos ante Dios.

 

En cambio, los justos se alegran,

gozan en la presencia de Dios,

rebosando de alegría.

 

Cantad a Dios, tocad en su honor,

alfombrad el camino del que avanza por el desierto;

su nombre es el Señor:

alegraos en su presencia.

 

Padre de huérfanos, protector de viudas,

Dios vive en su santa morada.

 

Dios prepara casa a los desvalidos,

libera a los cautivos y los enriquece;

sólo los rebeldes

se quedan en la tierra abrasada.

 

¡Oh Dios!, cuando salías al frente de tu pueblo

y avanzabas por el desierto,

la tierra tembló, el cielo destiló

ante Dios, el Dios del Sinaí;

ante Dios, el Dios de Israel.

 

Derramaste en tu heredad, ¡oh Dios!, una lluvia copiosa,

aliviaste la tierra extenuada;

y tu rebaño habitó en la tierra

que tu bondad, ¡oh Dios!, preparó para los pobres.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Se levanta Dios y huyen de su presencia los que lo odian.

 

Ant 2. Nuestro Dios es un Dios que salva, el Señor Dios nos hace escapar de la muerte.

 

Salmo 67 II

 

El Señor pronuncia un oráculo,

millares pregonan la alegre noticia:

«Los reyes, los ejércitos van huyendo, van huyendo;

las mujeres reparten el botín.

 

Mientras reposabais en los apriscos,

las alas de la paloma se cubrieron de plata,

el oro destellaba en su plumaje.

Mientras el Todopoderoso dispersaba a los reyes,

la nieve bajaba sobre el Monte Umbrío.»

 

Las montañas de Basán son altísimas,

las montañas de Basán son escarpadas;

¿por qué tenéis envidia, montañas escarpadas,

del monte escogido por Dios para habitar,

morada perpetua del Señor?

 

Los carros de Dios son miles y miles:

Dios marcha del Sinaí al santuario.

Subiste a la cumbre llevando cautivos,

te dieron tributo de hombres:

incluso los que se resistían

a que el Señor Dios tuviera una morada.

 

Bendito el Señor cada día,

Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación.

Nuestro Dios es un Dios que salva,

el Señor Dios nos hace escapar de la muerte.

 

Dios aplasta las cabezas de sus enemigos,

los cráneos de los malvados contumaces.

Dice el Señor: «Los traeré desde Basán,

los traeré desde el fondo del mar;

teñirás tus pies en la sangre del enemigo,

y los perros la lamerán con sus lenguas.»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Nuestro Dios es un Dios que salva, el Señor Dios nos hace escapar de la muerte.

 

Ant 3. Reyes de la tierra, cantad a Dios, tocad para el Señor.

 

Salmo 67 III

 

Aparece tu cortejo, ¡oh Dios!,

el cortejo de mi Dios, de mi Rey,

hacia el santuario.

 

Al frente marchan los cantores;

los últimos, los tocadores de arpa;

en medio las muchachas van tocando panderos.

 

«En el bullicio de la fiesta bendecid a Dios,

al Señor, estirpe de Israel.»

 

Va delante Benjamín, el más pequeño;

los príncipes de Judá con sus tropeles;

los príncipes de Zabulón,

los príncipes de Neftalí.

 

¡Oh Dios!, despliega tu poder,

tu poder, ¡oh Dios!, que actúa en favor nuestro.

A tu templo de Jerusalén

traigan los reyes su tributo.

 

Reprime a la Fiera del Cañaveral,

al tropel de los toros,

a los Novillos de los pueblos.

 

Que se te rindan con lingotes de plata:

dispersa las naciones belicosas.

Lleguen los magnates de Egipto,

Etiopía extienda sus manos a Dios.

 

Reyes de la tierra, cantad a Dios,

tocad para el Señor,

que avanza por los cielos,

los cielos antiquísimos,

que lanza su voz, su voz poderosa:

«Reconoced el poder de Dios.»

 

Sobre Israel resplandece su majestad,

y su poder sobre las nubes.

Desde el santuario Dios impone reverencia:

es el Dios de Israel

quien da fuerza y poder a su pueblo.

 

¡Dios sea bendito!

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Reyes de la tierra, cantad a Dios, tocad para el Señor.

 

V. Voy a escuchar lo que dice el Señor.

R. Dios anuncia la paz a su pueblo.

 

PRIMERA LECTURA

 

Del libro de Ben Sirá 3, 1-18

 

DEBERES DE LOS HIJOS PARA CON SUS PADRES

 

Hijos míos, escuchad a vuestro padre, obrad como os digo, y os salvaréis. Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole. El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su madre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha; el que teme al Señor honra a los padres y sirve a sus padres como a señores.

 

Hijo mío, en palabra y obra honra a tu padre, y vendrán sobre ti toda clase de bendiciones; la bendición del padre hace echar raíces, la maldición de la madre arranca lo plantado. No busques honra en la humillación de tu padre, porque no sacarás honra de ella; la honra de un hombre es la honra de su padre, y la deshonra de la madre es vergüenza de los hijos.

 

Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque haya perdido la cabeza, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas. El servicio hecho al padre no se olvidará, será tenido en cuenta para pagar tus pecados; el día del peligro el Señor se acordará de ti y deshará tus pecados como el calor disuelve la escarcha. Quien desprecia a su padre es un blasfemo, quien insulta a su madre irrita a su Creador.

 

RESPONSORIO    Lc 2, 51. 52

 

R. Jesús bajó a Nazaret con sus padres, * y vivía sumiso a ellos.

V. Fue progresando en perfección intelectual y física, y en gracia ante Dios y ante los hombres.

R. Y vivía sumiso a ellos.

 

SEGUNDA LECTURA

 

De los Sermones de san Bernardo, abad

(Sermón sobre el Acueducto: Opera omnia, edición cisterciense, 5 [1968], 282-283)

 

CONVIENE MEDITAR LOS MISTERIOS DE SALVACIÓN

 

El hijo, en ti engendrado, será santo, será Hijo de Dios. ¡La fuente de la sabiduría, la Palabra del Padre en las alturas! Esta Palabra, por tu mediación, Virgen santa, se hará carne, de manera que el mismo que afirma: Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí podrá afirmar igualmente: Procedo y vengo del Padre.

 

Ya al comienzo de las cosas -dice el Evangelio- existía la Palabra. Manaba ya la fuente, pero hasta entonces sólo dentro de sí misma. Y continúa el texto Sagrado: Y la Palabra estaba con Dios, es decir, morando en la luz inaccesible; y el Señor decía desde el principio: Mis designios son de paz y no de aflicción. Pero tus designios están escondidos en ti, y nosotros no los conocemos; porque, ¿quién había penetrado la mente del Señor?, o ¿quién había sido su consejero?

 

Pero llegó el momento en que estos designios de paz se convirtieron en obra de paz: La Palabra se hizo carne y ha puesto ya su morada entre nosotros; ha puesto ciertamente su morada por la fe en nuestros corazones, ha puesto su morada en nuestra memoria, ha puesto su morada en nuestro pensamiento y desciende hasta la misma imaginación. En efecto, ¿qué idea de Dios hubiera podido antes formarse el hombre, que no fuese un ídolo fabricado por su corazón? Era incomprensible e inaccesible, invisible y superior a todo pensamiento humano; pero ahora ha querido ser comprendido, visto, accesible a nuestra inteligencia.

 

¿De qué modo?, te preguntarás. Pues yaciendo en un pesebre, reposando en el regazo virginal, predicando en la montaña, pasando la noche en oración; o bien pendiente de la cruz, en la lividez de la muerte, libre entre los muertos y dominando sobre el poder de la muerte, como también resucitando al tercer día y mostrando a los apóstoles la marca de los clavos, como signo de victoria, y subiendo finalmente ante la mirada de ellos hasta lo más íntimo de los cielos.

 

¿Hay algo de esto que no sea objeto de una verdadera, piadosa y santa meditación? Cuando medito en cualquiera de estas cosas, mi pensamiento va hasta Dios y, a través de todas ellas, llego hasta mi Dios. A esta meditación la llamo sabiduría, y para mí la prudencia consiste en ir saboreando en la memoria la dulzura que la vara sacerdotal infundió tan abundantemente en estos frutos, dulzura de la que María disfruta con toda plenitud en el cielo y la derrama abundantemente sobre nosotros.

 

RESPONSORIO    

 

R. Virgen María, no hay quien se asemeje a ti entre las hijas de Jerusalén: tú eres la madre del Rey de los reyes, tú la señora de los ángeles, tú la reina de los cielos. * Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.

V. Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.

R. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.

 

ORACIÓN.

 

OREMOS,

Señor, que por el anuncio del ángel nos has hecho conocer la encarnación de tu Hijo, infunde tu gracia en nosotros y concédenos, por la intercesión de la Santísima Virgen María, que podamos alcanzar, por la virtud de la pasión y de la cruz de tu Hijo Jesucristo, la gloria de su resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

LAUDES

(Oración de la mañana)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

INVITATORIO

 

Ant. Venid, adoremos a Cristo, Hijo de María Virgen.

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Himno: RESPLANDECIENTE DE ALEGRÍA.

 

Resplandeciente de alegría,

amargo mar de los pesares,

vestida de gracia y de gloria,

te cantamos, oh Virgen María.

 

Gozosa cuando a Dios concibes,

cuando anhelante das el fruto,

cuando lo ofreces y lo pierdes,

al Hijo, que es la luz del mundo.

 

Salve, primera de los mártires,

en el dolor de tu martirio;

tu corazón supo de espinas.

tu alma de cruces y de lirios.

 

Reina de gloria refulgente,

Madre fecunda de la Iglesia,

cuando las llamas del Paráclito

del mundo ardieron las tristezas.

 

Recoged las Aves Marías

para un rosario de azucenas;

cantad a María alabanzas,

que es Madre de eterna belleza. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. De María nació Jesús, que es el Mesías.

 

SALMO 62, 2-9 - EL ALMA SEDIENTA DE DIOS

 

¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,

mi alma está sedienta de ti;

mi carne tiene ansia de ti,

como tierra reseca, agostada, sin agua.

 

¡Cómo te contemplaba en el santuario

viendo tu fuerza y tu gloria!

Tu gracia vale más que la vida,

te alabarán mis labios.

 

Toda mi vida te bendeciré

y alzaré las manos invocándote.

Me saciaré de manjares exquisitos,

y mis labios te alabarán jubilosos.

 

En el lecho me acuerdo de ti

y velando medito en ti,

porque fuiste mi auxilio,

y a la sombra de tus alas canto con júbilo;

mi alma está unida a ti,

y tu diestra me sostiene.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. De María nació Jesús, que es el Mesías.

 

Ant 2. Unidos a ti, Madre, bendecimos al Señor, que al morir nos puso como hijos bajo tu cuidado.

 

Cántico: TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR - Dn 3, 57-88. 56

 

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,

ensalzadlo con himnos por los siglos.

 

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;

cielos, bendecid al Señor.

 

Aguas del espacio, bendecid al Señor;

ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

 

Sol y luna, bendecid al Señor;

astros del cielo, bendecid al Señor.

 

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;

vientos todos, bendecid al Señor.

 

Fuego y calor, bendecid al Señor;

fríos y heladas, bendecid al Señor.

 

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;

témpanos y hielos, bendecid al Señor.

 

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;

noche y día, bendecid al Señor.

 

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;

rayos y nubes, bendecid al Señor.

 

Bendiga la tierra al Señor,

ensálcelo con himnos por los siglos.

 

Montes y cumbres, bendecid al Señor;

cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

 

Manantiales, bendecid al Señor;

mares y ríos, bendecid al Señor.

 

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;

aves del cielo, bendecid al Señor.

 

Fieras y ganados, bendecid al Señor,

ensalzadlo con himnos por los siglos.

 

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;

bendiga Israel al Señor.

 

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;

siervos del Señor, bendecid al Señor.

 

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;

santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

 

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,

ensalzadlo con himnos por los siglos.

 

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,

ensalcémoslo con himnos por los siglos.

 

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,

alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

 

No se dice Gloria al Padre.

 

Ant. Unidos a ti, Madre, bendecimos al Señor, que al morir nos puso como hijos bajo tu cuidado.

 

Ant 3. La Virgen María ha sido glorificada por encima de los coros de los ángeles y lleva una corona de doce estrellas sobre su cabeza.

 

Salmo 149 - ALEGRÍA DE LOS SANTOS

 

Cantad al Señor un cántico nuevo,

resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;

que se alegre Israel por su Creador,

los hijos de Sión por su Rey.

 

Alabad su nombre con danzas,

cantadle con tambores y cítaras;

porque el Señor ama a su pueblo

y adorna con la victoria a los humildes.

 

Que los fieles festejen su gloria

y canten jubilosos en filas:

con vítores a Dios en la boca

y espadas de dos filos en las manos:

 

para tomar venganza de los pueblos

y aplicar el castigo a las naciones,

sujetando a los reyes con argollas,

a los nobles con esposas de hierro.

 

Ejecutar la sentencia dictada

es un honor para todos sus fieles.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. La Virgen María ha sido glorificada por encima de los coros de los ángeles y lleva una corona de doce estrellas sobre su cabeza.

 

LECTURA BREVE   Is 61,10

 

Desbordo de gozo en el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como a una novia que se adorna con sus joyas.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.

R. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.

 

V. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.

R. El Señor está contigo.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Madre dichosa, Virgen intacta, Reina gloriosa del mundo: haz que sintamos tu protección los que hoy celebramos esta fiesta en tu honor.

 

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79

 

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado y redimido a su pueblo.

suscitándonos una fuerza de salvación

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo

por boca de sus santos profetas:

 

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

 

Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.

 

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.

 

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tiniebla

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Madre dichosa, Virgen intacta, Reina gloriosa del mundo: haz que sintamos tu protección los que hoy celebramos esta fiesta en tu honor.

 

PRECES

 

Elevemos nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María Virgen, y digámosle:

 

Que tu santa Madre, Señor, interceda por nosotros.

 

Sol de justicia, a quien María Virgen precedía cual aurora luciente,

haz que vivamos siempre iluminados por la claridad de tu presencia.

 

Palabra eterna del Padre, tú que elegiste a María como arca de tu morada,

líbranos de toda ocasión de pecado.

 

Salvador del mundo, que quisiste que tu Madre estuviera junto a tu cruz,

por su intercesión concédenos compartir con alegría tus padecimientos.

 

Señor Jesús, que colgado en la cruz entregaste María a Juan como madre,

haz que nosotros vivamos también como hijos suyos.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Según el mandato del Señor, digamos confiadamente:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Señor, que por el anuncio del ángel nos has hecho conocer la encarnación de tu Hijo, infunde tu gracia en nosotros y concédenos, por la intercesión de la Santísima Virgen María, que podamos alcanzar, por la virtud de la pasión y de la cruz de tu Hijo Jesucristo, la gloria de su resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

HORA TERCIA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA

 

El trabajo, Señor, de cada día

nos sea por tu amor santificado,

convierte su dolor en alegría

de amor, que para dar tú nos has dado.

 

Paciente y larga es nuestra tarea

en la noche oscura del amor que espera;

dulce huésped del alma, al que flaquea

dale tu luz, tu fuerza que aligera.

 

En el alto gozoso del camino,

demos gracias a Dios, que nos concede

la esperanza sin fin del don divino;

todo lo puede en él quien nada puede. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Llamé, y él me respondió.

 

Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ

 

En mi aflicción llamé al Señor,

y él me respondió.

Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,

de la lengua traidora.

 

¿Qué te va a dar o a mandar Dios,

lengua traidora?

Flechas de arquero, afiladas

con ascuas de retama.

 

¡Ay de mí, desterrado en Masac,

acampado en Cadar!

Demasiado llevo viviendo

con los que odian la paz;

cuando yo digo: «Paz»,

ellos dicen: «Guerra».

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Llamé, y él me respondió.

 

Ant 2. El Señor guarda tus entradas y salidas.

 

Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.

 

Levanto mis ojos a los montes:

¿de dónde me vendrá el auxilio?

El auxilio me viene del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.

 

No permitirá que resbale tu pie,

tu guardián no duerme;

no duerme ni reposa

el guardián de Israel.

 

El Señor te guarda a su sombra,

está a tu derecha;

de día el sol no te hará daño,

ni la luna de noche.

 

El Señor te guarda de todo mal,

él guarda tu alma;

el Señor guarda tus entradas y salidas,

ahora y por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor guarda tus entradas y salidas.

 

Ant 3. Me he alegrado por lo que me dijeron.

 

Salmo 128 - ESPERANZA DE UN PUEBLO OPRIMIDO

 

¡Cuánta guerra me han hecho desde mi juventud

-que lo diga Israel-,

cuánta guerra me han hecho desde mi juventud,

pero no pudieron conmigo!

 

Sobre mis espaldas metieron el arado

y alargaron los surcos.

Pero el Señor, que es justo,

rompió las coyundas de los malvados.

 

Retrocedan, avergonzados,

los que odian a Sión;

sean como la hierba del tejado,

que se seca y nadie la siega;

 

que no llena la mano del segador

ni la brazada del que agavilla;

ni le dicen los que pasan:

«Que el Señor te bendiga.»

 

Os bendecimos en el nombre del Señor.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Me he alegrado por lo que me dijeron.

 

LECTURA BREVE   Jr 22, 3

 

Haced justicia y derecho, librad al oprimido de la mano del opresor; no abuséis del forastero, del huérfano y de la viuda; no derraméis sangre inocente en este lugar.

 

V. El Señor juzgará el orbe con justicia.

R. Y regirá las naciones con rectitud.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Dios todopoderoso y eterno, que a la hora de tercia enviaste tu Espíritu Paráclito a los apóstoles, derrama también sobre nosotros ese Espíritu de amor para que demos siempre fiel testimonio ante los hombres de aquel amor que es el distintivo de los discípulos de tu Hijo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA SEXTA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: EL PAN DE CADA DÍA

 

El pan de cada día

dánoslo hoy, Señor, a manos llenas;

convierte en alegría

nuestras labores buenas

y acaricia el dolor de nuestras penas.

 

¡Horas de tedio largas

sin la presencia buena de tus manos!

¡Ay, las horas amargas

nos vuelven inhumanos,

si no abrimos el alma a los hermanos!

 

Santifica el momento

de este ruido tenaz, de esta fatiga.

Busquemos el aliento

de tu presencia amiga

que acreciente el esfuerzo y nos bendiga. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Amar es cumplir la ley entera.

 

Salmo 118, 97-104

 

¡Cuánto amo tu voluntad!:

todo el día la estoy meditando;

tu mandato me hace más sabio que mis enemigos,

siempre me acompaña;

soy más docto que todos mis maestros,

porque medito tus preceptos.

 

Soy más sagaz que los ancianos,

porque cumplo tus leyes;

aparto mi pie de toda senda mala,

para guardar tu palabra;

no me aparto de tus mandamientos,

porque tú me has instruido.

 

¡Qué dulce al paladar tu promesa:

más que miel en la boca!

Considero tus decretos,

y odio el camino de la mentira.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Amar es cumplir la ley entera.

 

Ant 2. Acuérdate, Señor, de la comunidad que adquiriste desde antiguo.

 

Salmo 73 I - LAMENTACIÓN ANTE EL TEMPLO DEVASTADO

 

¿Por qué, ¡oh Dios!, nos tienes siempre abandonados,

y está ardiendo tu cólera contra las ovejas de tu rebaño?

 

Acuérdate de la comunidad que adquiriste desde antiguo,

de la tribu que rescataste para posesión tuya,

del monte Sión donde pusiste tu morada.

 

Dirige tus pasos a estas ruinas sin remedio;

el enemigo ha arrasado del todo el santuario.

Rugían los agresores en medio de tu asamblea,

levantaron sus propios estandartes.

 

En la entrada superior

abatieron a hachazos el entramado;

después, con martillos y mazas,

destrozaron todas las esculturas.

 

Prendieron fuego a tu santuario,

derribaron y profanaron la morada de tu nombre.

Pensaban: «Acabaremos con ellos»,

e incendiaron todos los templos del país.

 

Ya no vemos nuestros signos, ni hay profeta:

nadie entre nosotros sabe hasta cuándo.

 

¿Hasta cuándo, Dios mío, nos va a afrentar el enemigo?

¿No cesará de despreciar tu nombre el adversario?

¿Por qué retraes tu mano izquierda

y tienes tu derecha escondida en el pecho?

 

Pero tú, Dios mío, eres rey desde siempre,

tú ganaste la victoria en medio de la tierra.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Acuérdate, Señor, de la comunidad que adquiriste desde antiguo.

 

Ant 3. Levántate, Señor, defiende tu causa.

 

Salmo 73 II

 

Tú hendiste con fuerza el mar,

rompiste la cabeza del dragón marino;

 

tú aplastaste la cabeza del Leviatán,

se la echaste en pasto a las bestias del mar;

tú alumbraste manantiales y torrentes,

tú secaste ríos inagotables.

 

Tuyo es el día, tuya la noche,

tú colocaste la luna y el sol;

tú plantaste los linderos del orbe,

tú formaste el verano y el invierno.

 

Tenlo en cuenta, Señor, que el enemigo te ultraja,

que un pueblo insensato desprecia tu nombre;

no entregues a los buitres la vida de tu tórtola,

ni olvides sin remedio la vida de tus pobres.

 

Piensa en tu alianza: que los rincones del país

están llenos de violencias.

Que el humilde no se marche defraudado,

que pobres y afligidos alaben tu nombre.

 

Levántate, ¡oh Dios!, defiende tu causa:

recuerda los ultrajes continuos del insensato;

no olvides las voces de tus enemigos,

el tumulto creciente de los rebeldes contra ti.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Levántate, Señor, defiende tu causa.

 

LECTURA BREVE   Dt 15, 7-8

 

Si hay entre los tuyos un pobre, un hermano, en una ciudad tuya, en esa tierra tuya que va a darte el Señor, tu Dios, no endurezcas el corazón ni cierres la mano a tu hermano pobre.

 

V. Señor, tú escuchas los deseos de los humildes.

R. Les prestas oído y los animas.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Dios nuestro, que revelaste a Pedro tu plan de salvar a todas las naciones, danos tu gracia para que todas nuestras acciones sean agradables a tus ojos y útiles a tu designio de amor y salvación universal. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA NONA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE

 

Fundamento de todo lo que existe,

de tu pueblo elegido eterna roca,

de los tiempos Señor, que prometiste

dar tu vigor al que con fe te invoca.

 

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,

tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte

para amarte y servirte en esta vida

y gozarte después de santa muerte.

 

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa

en este atardecer que se avecina,

serena claridad y dulce brisa

será tu amor que todo lo domina. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

 

Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.

 

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,

nos parecía soñar:

la boca se nos llenaba de risas,

la lengua de cantares.

 

Hasta los gentiles decían:

«El Señor ha estado grande con ellos.»

El Señor ha estado grande con nosotros,

y estamos alegres.

 

Que el Señor cambie nuestra suerte

como los torrentes del Negueb.

Los que sembraban con lágrimas

cosechan entre cantares.

 

Al ir, iban llorando,

llevando la semilla;

al volver, vuelven cantando,

trayendo sus gavillas.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

 

Ant 2. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.

 

Salmo 130 - COMO UN NIÑO, ISRAEL SE ABANDONÓ EN LOS BRAZOS DE DIOS

 

Señor, mi corazón no es ambicioso,

ni mis ojos altaneros;

no pretendo grandezas

que superan mi capacidad;

sino que acallo y modero mis deseos,

como un niño en brazos de su madre.

 

Espere Israel en el Señor

ahora y por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.

 

Ant 3. Dichoso el que teme al Señor.

 

Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO

 

¡Dichoso el que teme al Señor

y sigue sus caminos!

 

Comerás del fruto de tu trabajo,

serás dichoso, te irá bien;

tu mujer, como una vid fecunda,

en medio de tu casa;

 

tus hijos, como renuevos de olivo,

alrededor de tu mesa:

ésta es la bendición del hombre

que teme al Señor.

 

Que el Señor te bendiga desde Sión,

que veas la prosperidad de Jerusalén

todos los días de tu vida;

que veas a los hijos de tus hijos.

¡Paz a Israel!

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Dichoso el que teme al Señor.

 

LECTURA BREVE   Pr 22, 22-23

 

No robes al pobre, porque es pobre, no oprimas al desgraciado en el tribunal, porque el Señor defenderá su causa y pondrá zancadillas a los que se las ponían.

 

V. Librará al pobre que clamaba.

R. Y salvará la vida de los pobres.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Dios nuestro, que enviaste un ángel al centurión Cornelio para que le revelara el camino de la salvación, ayúdanos a trabajar cada día con mayor entrega en la salvación de los hombres, para que, junto con todos nuestros hermanos, incorporados a la Iglesia de tu Hijo, podamos llegar a ti. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

VÍSPERAS

(Oración de la tarde)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: RESPLANDECIENTE DE ALEGRÍA.

 

Resplandeciente de alegría,

amargo mar de los pesares,

vestida de gracia y de gloria,

te cantamos, oh Virgen María.

 

Gozosa cuando a Dios concibes,

cuando anhelante das el fruto,

cuando lo ofreces y lo pierdes,

al Hijo, que es la luz del mundo.

 

Salve, primera de los mártires,

en el dolor de tu martirio;

tu corazón supo de espinas.

tu alma de cruces y de lirios.

 

Reina de gloria refulgente,

Madre fecunda de la Iglesia,

cuando las llamas del Paráclito

del mundo ardieron las tristezas.

 

Recoged las Aves Marías

para un rosario de azucenas;

cantad a María alabanzas,

que es Madre de eterna belleza. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. El ángel del Señor anunció a María, y concibió por obra del Espíritu Santo.

 

Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN

 

¡Qué alegría cuando me dijeron:

«Vamos a la casa del Señor»!

Ya están pisando nuestros pies

tus umbrales, Jerusalén.

 

Jerusalén está fundada

como ciudad bien compacta.

Allá suben las tribus,

las tribus del Señor,

 

según la costumbre de Israel,

a celebrar el nombre del Señor;

en ella están los tribunales de justicia

en el palacio de David.

 

Desead la paz a Jerusalén:

«Vivan seguros los que te aman,

haya paz dentro de tus muros,

seguridad en tus palacios.»

 

Por mis hermanos y compañeros,

voy a decir:. «La paz contigo.»

Por la casa del Señor, nuestro Dios,

te deseo todo bien.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El ángel del Señor anunció a María, y concibió por obra del Espíritu Santo.

 

Ant 2. Estaba su madre junto a la cruz de Jesús.

 

Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.

 

Si el Señor no construye la casa,

en vano se cansan los albañiles;

si el Señor no guarda la ciudad,

en vano vigilan los centinelas.

 

Es inútil que madruguéis,

que veléis hasta muy tarde,

los que coméis el pan de vuestros sudores:

¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

 

La herencia que da el Señor son los hijos;

una recompensa es el fruto de las entrañas:

son saetas en mano de un guerrero

los hijos de la juventud.

 

Dichoso el hombre que llena

con ellas su aljaba:

no quedará derrotado cuando litigue

con su adversario en la plaza.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Estaba su madre junto a la cruz de Jesús.

 

Ant 3. Alégrate, Virgen Madre, Cristo ha resucitado del sepulcro. Aleluya.

 

EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10

 

Bendito sea Dios,

Padre de nuestro Señor Jesucristo,

que nos ha bendecido en la persona de Cristo

con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

 

El nos eligió en la persona de Cristo,

antes de crear el mundo,

para que fuésemos consagrados

e irreprochables ante él por el amor.

 

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,

por pura iniciativa suya,

a ser sus hijos,

para que la gloria de su gracia,

que tan generosamente nos ha concedido

en su querido Hijo,

redunde en alabanza suya.

 

Por este Hijo, por su sangre,

hemos recibido la redención,

el perdón de los pecados.

El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia

ha sido un derroche para con nosotros,

dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

 

Éste es el plan

que había proyectado realizar por Cristo

cuando llegase el momento culminante:

hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,

las del cielo y las de la tierra.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Alégrate, Virgen Madre, Cristo ha resucitado del sepulcro. Aleluya.

 

LECTURA BREVE   Ga 4, 4-5

 

Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.

R. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.

 

V. Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre.

R. El Señor está contigo.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

 

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

 

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.

 

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

 

El hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

 

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de su misericordia

-como lo había prometido a nuestros padres-

en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

 

PRECES

 

Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso, que quiso que todas las generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo, y supliquémosle diciendo:

 

Mira a la llena de gracia y escúchanos.

 

Señor, Dios nuestro, admirable siempre en tus obras que has querido que la inmaculada Virgen María participara en cuerpo y alma de la gloria de Jesucristo,

haz que todos tus hijos deseen y caminen hacia esta misma gloria.

 

Tú que nos diste a María por Madre, concede por su mediación salud a los enfermos, consuelo a los tristes, perdón a los pecadores,

y a todos abundancia de salud y de paz.

 

Tú que hiciste de María la llena de gracia,

concede la abundancia de tu gracia a todos los hombres.

 

Haz, Señor, que tu Iglesia tenga un solo corazón y una sola alma por el amor,

y que todos los fieles perseveren unánimes en la oración con María, la madre de Jesús.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Tú que coronaste a María como reina del cielo,

haz que los difuntos puedan alcanzar con todos los santos la felicidad de tu reino.

 

Confiando en el Señor que hizo obras grandes en María, pidamos al Padre que colme también de bienes al mundo hambriento:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Señor, que por el anuncio del ángel nos has hecho conocer la encarnación de tu Hijo, infunde tu gracia en nosotros y concédenos, por la intercesión de la Santísima Virgen María, que podamos alcanzar, por la virtud de la pasión y de la cruz de tu Hijo Jesucristo, la gloria de su resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

COMPLETAS

(Oración antes del descanso nocturno)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

EXAMEN DE CONCIENCIA

 

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

 

Yo confieso ante Dios todopoderoso

y ante vosotros, hermanos,

que he pecado mucho

de pensamiento, palabra, obra y omisión:

por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

 

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,

a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,

que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

 

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

Himno: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE

 

Cuando la luz del sol es ya poniente,

gracias, Señor, es nuestra melodía;

recibe, como ofrenda, amablemente,

nuestro dolor, trabajo y alegría.

 

Si poco fue el amor en nuestro empeño

de darle vida al día que fenece,

convierta en realidad lo que fue un sueño

tu gran amor que todo lo engrandece.

 

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte

de pecadora en justa, e ilumina

la senda de la vida y de la muerte

del hombre que en la fe lucha y camina.

 

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza

la noche oscura sobre nuestro día,

concédenos la paz y la esperanza

de esperar cada noche tu gran día. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. No me escondas tu rostro, ya que confío en ti.

 

Salmo 142, 1-11 - LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA

 

Señor, escucha mi oración;

tú que eres fiel, atiende a mi súplica;

tú que eres justo, escúchame.

No llames a juicio a tu siervo,

pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.

 

El enemigo me persigue a muerte,

empuja mi vida al sepulcro,

me confina a las tinieblas

como a los muertos ya olvidados.

mi aliento desfallece,

mi corazón dentro de mí está yerto.

 

Recuerdo los tiempos antiguos,

medito todas tus acciones,

considero las obras de tus manos

y extiendo mis brazos hacia ti:

tengo sed de ti como tierra reseca.

 

Escúchame en seguida, Señor,

que me falta el aliento.

No me escondas tu rostro,

igual que a los que bajan a la fosa.

 

En la mañana hazme escuchar tu gracia,

ya que confío en ti;

indícame el camino que he de seguir,

pues levanto mi alma a ti.

 

Líbrame del enemigo, Señor,

que me refugio en ti.

Enséñame a cumplir tu voluntad,

ya que tú eres mi Dios.

Tu espíritu, que es bueno,

me guíe por tierra llana.

 

Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;

por tu clemencia, sácame de la angustia.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. No me escondas tu rostro, ya que confío en ti.

 

LECTURA BREVE   1Pe 5,8-9

 

Sed sobrios, estad despiertos: vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar; resistidle, firmes en la fe.

 

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.

R. Te encomiendo mi espíritu.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 

CÁNTICO DE SIMEÓN       Lc 2, 29-32

 

Ahora, Señor, según tu promesa,

puedes dejar a tu siervo irse en paz,

 

porque mis ojos han visto a tu Salvador,

a quien has presentado ante todos los pueblos

 

luz para alumbrar a las naciones

y gloria de tu pueblo Israel.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 

ORACION

 

OREMOS,

Ilumina, Señor, nuestra noche y concédenos un descanso tranquilo; que mañana nos levantemos en tu nombre y podamos contemplar, con salud y gozo, el clarear del nuevo día. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

BENDICIÓN

 

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.

R. Amén.

 

ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN

 

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,

vida, dulzura y esperanza nuestra,

Dios te salve.

 

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,

a ti suspiramos , gimiendo y llorando

en este valle de lágrimas.

 

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,

vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,

y después de este destierro muéstranos a Jesús,

fruto bendito de tu vientre.

 

¡Oh clemente, oh piadosa,

oh dulce Virgen María! 

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